CAPÍTULO 11
LAS FORMAS DEL CIELO

Al lado de la diosa Nut, existen otros nombres y otras concepciones simbólicas del cielo. Es «la grande luminosa», «la grande de la que brota la abundancia» y se la llama también «su potencia de manifestación es un [1][2] millar (de estrellas)». [3]

Bajo su nombre de pet, a saber, una especie de rectángulo que descansa sobre cuatro pilares de los que solamente dos resultan visibles, el cielo [4][5] concibe al Faraón con Orión, da origen al Faraón en tanto que Osiris.[6]

El cielo es también «el que es superior», «el lejano (heret)». Se le dirigen unas invocaciones No permitas, Nut, que el Faraón este lejos (he›) de ti, en tu nombre de cielo superior (heret). No te alejes de Horus en tu [7] nombre de cielo lejano. [8]

La barca de la luz divina navega en este cielo lejano, y el Faraón puede tomar asiento en ella, y por otra parte se le desea. Atraviesa el cielo [9] lejano a grandes zancadas estando unido a la oscuridad. [10]

Existe un «cielo liquido fresco» el kebehu, del que el Faraón abre las puertas como lo hace, por otra parte, cuando encuentra las puertas de [11] otras formas del cielo cuyos cerrojos están descorridos para él. Las ventanas del cielo se abren igualmente para el rey. Allí éste se purifica y desciende [12][13] con las dos Enéadas. La luz divina permite que tome posesión de [14][15] él, así los que lo habitan transportan allí al Faraón en barca, él que, asimilado [16] al ser mismo del cielo, atraviesa ese cielo liquido fresco y aparece [17][18] en el en su gloria como el gran dios. [19]

En ese cielo se encuentra «el Campo de Vida» donde residen el Faraón y la luz divina (Ra), el Faraón encuentra en él a «la serpiente celestial [20] (kebehut)» que refresca (seqebeh) el corazón del Dios grande el día del despertar y el del Faraón para que viva.

Existe también un «cielo inferior» o «contracielo» que se aprehende así porque su representación simbólica se compone de un circulo dividido en cuatro partes (el signo que sirve habitualmente para designar una localidad) y del rectángulo celeste y de sus pilares puestos del revés, como una mesa invertida, con las patas al aire.

El Faraón se encuentra allí, cuando su madre está encinta de [21] él. Él reina en este cielo, es su estrella, desciende allí con su [22][23] potencia vital. El Faraón rema hacia el campo de cielo inferior, los que [24][25] allí se encuentran pertenecen al Faraón. Los dioses del cielo inferior son [26] las estrellas imperecederas. [27]

Según los Textos de las Pirámides, ese extraño cielo no presenta ninguna diferencia notable con las otras formas del cielo; su nombre, sin embargo, sugiere dos ideas: por una parte la forma circular del espacio celeste, por otra su vínculo con la energía primordial, el nu(n), de la cual es el continente (nunet).

El Faraón puede mantenerse sobre el vacío (chu) del cielo que está [28] formado de un material especial, el bia. Debe afilarlo y agudizarlo por [29][30] medio de su ser de luz. Para el Faraón, cuyos huesos y miembros son [31] de metal celeste, las puertas de metal celeste que están en el cielo estrellado [32] se abren. Y es en un trono de metal celeste, con un cetro de metal [33] celeste en la mano, donde el Faraón se instala. [34]