CAPÍTULO 10
LA DIOSA CIELO

El cielo se encarna en forma de una mujer inmensa, Nut, que puede incluso revelarse como un triple cielo, por ejemplo en una de las capillas osirianas de Denderah. Son los brazos de la luz (Shu) los que sostienen a la diosa Cielo, de la que los Textos de las Pirámides subrayan con insistencia [1] sus estrechos lazos con el Faraón.

Es ella quien le trae al mundo, a él que es el hijo de su corazón, a él [2] a quien entrega el corazón que le es necesario para vivir y pensar. Es a [3] un ser luminoso a quien la diosa Cielo da origen, ella que ha sido fecundada [4][5] por la luz. [6]

Los capítulos 427-435 y 443-446 están consagrados a la diosa Cielo, lo que subraya su importancia. Éstos nos informan de que ella se tumba sobre el Faraón para unirse a él y protegerle de la potencia peligrosa de Set y de todo mal, y salvarle así de la muerte, que ella tiene el dominio del corazón, que ha aparecido como una abeja, que transforma al Faraón [7] en ser de luz para evitarle el óbito. Nacida en el cielo, Nut dispone de [8] la potencia y llena todo lugar con su perfección. Establece al Faraón como estrella imperecedera, y él no se aleja de ella en su nombre de «cielo lejano». Granero que preserva todas las riquezas, incluye la tierra hasta sus confines y la vuelve celestial en su abrazo. La diosa Cielo tiene poder sobre los dioses, su potencia creadora, su herencia, sus alimentos y sus bienes, y hace vivir al Faraón en perfecto estado, lo cual se resume en una magnífica fórmula: [9]

¡Oh, diosa Cielo, vives, el Faraón vive! [10]

Y el capítulo 546 consiste en dos frases:

¡Yo soy la diosa Cielo que hace ascender hacia mí a este Osiris,

Que él me sea dado, yo le abrazo![11]

Contenta de encontrarse con el Faraón, descubre sus hombros para [12][13] él, posa sus manos sobre él, le amamanta y le lleva al cielo. «Gran protectora», la diosa Cielo recompone al Faraón reuniendo sus huesos y sus [14] miembros, pues la madre celestial no está vacía de Faraón ningún día, [15] y este último extiende sus miembros imperecederos que están en el cuerpo de su madre, la diosa Cielo. Purificándole, ella le evita el vacío, la escasez, [16] la ausencia y, a consecuencia de esta purificación, le da la mano [17][18] para crearle un camino celestial por el que caminará. [19][20]

Asciende hacia tu madre Nut; ella toma tu mano y te ofrece el camino que conduce a la región de luz, al lugar donde se encuentra la luz divina. [21]

No sólo la diosa Cielo guía al Faraón por los caminos de la región de luz, sino que también le entrega al Faraón las dos regiones de luz para [22] que ejerza en ellas su soberanía. Nut pone sus manos sobre el Faraón, [23] lleva al Faraón al cielo, no lo devuelve a la tierra, le trae al mundo como Orión, le instala a la cabeza de las dos Enéadas. [24]

Todos los dioses le piden a Nut: protege al Faraón eternamente. Y esta protección se encarna en la forma del «señor de la vida», a saber, el [25] sarcófago en cuyo interior está representada Nut:

Has sido dada a tu madre Nut en su nombre de sarcófago, ella te ha abrazado en su nombre de féretro, de manera que tú te elevas hacia ella en su nombre de tumba. [26]

Por la comunión con la diosa Cielo, el Faraón no está sometido a la muerte y vive de una vida celestial.