CAPÍTULO 3
LA «JUSTEZA DE VOZ»

El respeto de la rectitud y su puesta en práctica tienen una consecuencia directa para el Faraón: la «justeza de voz», a saber, una formulación verdadera. El Faraón es justificado en razón de la palabra justa salida de [1] su boca, el Faraón desea ser justo de voz, en razón de lo que ha realizado, [2] el Faraón es justo de voz, el poder vital (ka) del Faraón es la justeza de [3] voz ante Dios. Y ello es así porque la «justeza de voz» conduce la acción [4] del Faraón que lleva un nombre notable: «Tú actúas». [5]

La máxima fundamental de la moral egipcia, formulada en el Cuento de Oasien, es: actúa para aquél que actúa. El Faraón no se contenta con decir Maat, sino que la hace, obra en función de ella: por dicha razón su madre divina Isis puede amamantarlo para conferirle una energía [6] sobrenatural, mientras que los enemigos del rey no son «justos de voz». [7]

Para preservar este estado espiritual, el Faraón debe ser el testigo divino del Justo y puede asumir esta función porque no ha cometido ninguna [8] falta contra Maat: no existe ni vocablo ni palabra contra el Faraón entre los hombres y ninguna acusación (contra él) en el cielo, entre los dioses. No hay ser vivo que lance una acusación contra el Faraón [9] no hay muerto que lance una acusación contra el Faraón, no hay ave que lance una acusación contra el Faraón, no hay toro que lance una acusación contra el Faraón. [10]

«Justo de voz», el Faraón puede ser coronado y proclamado apto para desempeñar su función en este mundo y en el otro. Por eso es imaj, [11] «venerable» y «venerado». Son las «potencias (bau) de Heliópolis» las que reconocen que este estado espiritual, ligado a una realización del ser del rey en la luz, es el suyo. Dado que forma parte de los seres que poseen [12] esta capacidad de irradiación espiritual, las dos Enéadas llevan al [13] Faraón al «campo de las ofrendas», uno de los paraísos celestiales, y desciende [14] en el Occidente, lugar de paz y de plenitud. [15]

Poseedor de su «ser venerable», el Faraón puede estar a la altura y formar parte de la comunidad de los imaju, «los venerables», que viven [16] en «el campo del trono perfecto del Gran Dios» donde «lo que debe cumplirse se cumple»; por eso son recomendados a las potencias vitales y reciben el alimento necesario. [17]

«La salida a la voz» es sinónimo de ofrenda y transforma al Faraón en ser luminoso que no es «inerte de corazón», puesto que la voz sale para él cada día. [18]