Epílogo 2
MÁXIMA 39
De la necesidad de la escucha y del entendimiento

(534) Es útil[361] escuchar para el hijo (espiritual) que escucha.
(535) Si el acto de escuchar sin cesar penetra en quien escucha,
(536) el que escucha deviene el que entiende[362].
(537) Cuando la escucha es buena, la palabra es buena.
(538) Quien escucha es el maestro de lo provechoso,
(540) escuchar es provechoso al que escucha.
(541) Escuchar es mejor que nada,
(542) (así) nace el amor perfecto.
(543) Qué bueno es que un hijo acepte lo que dice su padre[363];
(544) portador de este mensaje[364], alcanzará gran edad.
(545) Dios ama al que entiende;
(546) quien no entiende es aborrecido de Dios[365].
(550) Es el corazón quien hace nacer su maestro
(551) como el que entiende o el que no entiende[366].
(552) Para un hombre, su corazón es vida, prosperidad y salud[367].
(553) El que escucha es el que entiende lo que se dice,
(554) el que ama entender, el que consigue lo que es dicho[368].
(556) ¡Qué bueno es que un hijo obedezca a su padre! [369].
(557) Qué dichoso para aquél al que se le dice[370]:
(558) «un hijo, es benévolo[371] en tanto que poseedor de la capacidad de escuchar[372]».
(560) El que escucha, el que dice esto, está bien dispuesto en su fuero interno[373]
(561) y bienaventurado con su padre[374].
(562) Su recuerdo subsistirá en la boca de los vivos que están en la tierra o que lo estarán.