Epílogo 1
MÁXIMA 38
De la transmisión de la sabiduría, el conocimiento y la rectitud

(507) Si has escuchado las máximas que acabo de transmitirte,
(508) todos tus designios[343] irán hacia delante[344].
(509) Su rectitud[345], es su riqueza;
(510) su recuerdo camina en la boca de los hombres[346]
(511) a causa del carácter cumplido de su discurso coherente[347].
(512) Se debe transmitir[348] cada palabra
(514) a fin de que no perezca nunca en este país.
(515) Que una máxima sea formulada para el bien[349]
(516) de suerte que los notables hablen de ella.
(517) Es enseñar a un hombre lo que debe decir a la posteridad[350].
(518) El que eso escucha, deviene un artesano al escuchar[351].
(519) Es bueno formular para la posteridad; es la que oirá eso.
(520-1) Si el buen ejemplo es dado por un jefe,
(522) será eficaz para la eternidad;
(523) toda su sabiduría será para la eternidad.
(524) El que conoce es quien se preocupa de su capacidad de sublimación, asegurando su subsistencia[352]
(525) por medio de lo que hace perdurar[353]. Gracias a ella (su capacidad de sublimación), es dichoso[354] sobre la tierra.
(526) El conocedor es sabio[355] a causa de lo que conoce,
(527) y el noble[356] a causa de su buena manera de actuar.
(528) Que su corazón regule (?)[357] su lengua,
(529) que sus labios sean justos [358] cuando se expresa,
(530) que sus ojos vean,
(531) que sus oídos se plazcan[359] en escuchar lo que es útil a su hijo.
(532) Quien actúa rectamente se halla exento de falsedad[360].