Dios hizo soplar sobre nosotros un viento contrario, y súbitamente, procedentes de las regiones del Este, invasores de una raza indefinida avanzaron con decisión contra nuestro país y, fácilmente, sin combate, se apoderaron de él por la fuerza; destituyeron a quienes lo gobernaban, incendiaron luego sin compasión las ciudades, destruyeron los templos de las divinidades y maltrataron a la población con extremada crueldad, matando a los hombres y llevándose a sus mujeres y sus hijos como esclavos.
Texto de Manetón [1] sobre la invasión de
los hicsos, citado por Flavio Josefo,
Contra Apion, 1, 14, 75 y ss.