Sin conciencia del terrible peligro que la amenazaba, Menfis había reanudado su existencia habitual. En cuanto regresó de su misión el comando de élite, el general Nesmontu se dirigió a la morada del rey.
—Ni rastro del Anunciador, majestad. La cantera de la montaña Roja está cerrada y desierta. Mis muchachos se han mostrado extremadamente prudentes y no han descubierto ni la menor presencia humana. De acuerdo con vuestras instrucciones, el ejército ha cerrado el sector. Si se oculta allí, el Anunciador no recibirá ayuda del exterior.
—Allí se oculta —afirmó Sesostris—, y nadie podrá descubrirlo antes de que se manifieste.
—¿Acaso ese monstruo aguarda al veinticinco de khoiak?
—En efecto —asintió el monarca—. Gracias a su cómplice, sacerdote permanente de Abydos, conoce el desarrollo de los misterios. El veintitrés, si Isis consigue realizar la obra en rojo, todas las rocas del país quedarán recargadas de energía y el caldero recuperará fuerza y vigor. El veinticuatro, Set intentará robar uno de los elementos del ritual. Y el veinticinco lanzará a sus partidarios al asalto de Osiris.
—¡El Calvo y Sekari conseguirán rechazarlo!
—Lo ignoro, Nesmontu, pues el Anunciador provocará el fuego destructor al amanecer de ese día. Del resultado de nuestro duelo dependerá la suerte de Abydos.
—¡Majestad, permitid que combata en lugar vuestro!
—Tu valor sería inútil. Sólo yo puedo desplegar el poder de la Doble Corona, sin la seguridad de vencer a un enemigo de tanta envergadura. Llévate a los miembros del «Círculo de oro» a Abydos, velad por la morada de resurrección y solicitad la ayuda de los antepasados.
—Majestad…
—Ya lo sé, Nesmontu. Incluso en caso de victoria, no me quedará tiempo suficiente para estar en Abydos el treinta de khoiak. En mi ausencia, Iker morirá. Queda una esperanza, sin embargo: mañana, una nueva embarcación de excepcional capacidad saldrá de los astilleros. Elige algunos marinos robustos, capaces de navegar día y noche. El viento del norte y el río serán nuestros aliados.
—Venceréis, majestad. Y llegaréis en el momento preciso.