Capítulo 2
En todas las farmacias me decían: ¡Vete, no hay supositorios para semejante ojete!

Siempre se ha de cazar la pieza con una sola bala.

Hacerlo con dos es una chapuza.

El cazador

Clark Kent visita en prisión a Lex Luthor con la intención de hacerle una entrevista para su periódico, el Daily Planet. Pero, una vez allí, se encuentra con que los planes del supervillano no son otros que fugarse y urdir un diabólico plan para acabar de una vez por todas con su archienemigo: Supermán.

La prisión está llena de tipos de mala calaña. Entre ellos, uno muy especial, está causando una auténtica masacre, arrasando con todo y con todos los que se encuentra a su paso y que intentan oponerse a su avance. Se trata de «El Parásito», un ser capaz de absorber energía, junto con los superpoderes y la inteligencia de todo aquel al que consiga tocar.

En un momento dado, Lex Luthor comienza a dispararle con un arma de fuego. Inmediatamente, Cark Kent se da cuenta de que algo extraño sucede:

—¡Las balas no le detienen! ¡Está convirtiendo la energía cinética en más masa!

—¡Tienes razón! —contesta Luthor.

A pesar de este serio contratiempo, la lluvia de proyectiles continúa sin cesar. Hasta que, al cabo de un rato:

—¡Se le está atragantando la energía! […]

—¡Mis balas han debido de inclinar la balanza! Se ha vuelto demasiado masivo para soportar su propio peso.

El Parásito absorbe la energía cinética de las balas que caen sobre su púrpura corpachón.

Bien, ¿qué tenemos aquí? Nada más y nada menos que una nueva aventura de superhéroes y supervillanos de cómic dispuestos a desafiar las leyes de la física. En esta ocasión, la cosa empieza bien, pero acaba lamentablemente mal. Veámoslo.

Nuestro horripilante bicho, el Parásito, con aspecto de babosa cabezuda y dentado cual lamprea, no tiene en qué mejor emplear su tiempo que en absorber la energía cinética de las balas que caen sobre su púrpura corpachón. Muchos de vosotros sabéis que la energía cinética es aquella que poseen los cuerpos en razón de su velocidad. En física, se puede calcular multiplicando la mitad de la masa del cuerpo por el cuadrado de su velocidad. Pues bien, si les damos a las balas que salen del arma de Lex Luthor unos valores más que generosos y razonables tanto para sus masas como sus velocidades de, digamos, 40 gramos y 3600 km/h, respectivamente, enseguida se aprecia que cada proyectil posee una energía cinética de 20 000 joules. Esto puede parecer una cantidad enorme de energía y ciertamente lo es, sobre todo si te impacta en la cara, en un pie o en cualquier otra parte más sensible y delicada de tu delicada anatomía. Sin embargo, al Parásito le mola mazo. Es más, al parecer, cuanta más energía cinética mejor, pues esto le ayuda a transformarla en masa de su propio cuerpo y ser más grande y meterte más miedo por la cabeza.

El Parásito absorbe la energía cinética de las balas que caen sobre su púrpura corpachón.

Ahora bien, ¿resulta plausible convertir energía en masa? Pues no me queda más remedio que admitirlo. Sí, se puede. De hecho, fue Albert Einstein quien estableció de forma cuantitativa la equivalencia entre masa y energía, a través de su celebérrima ecuación E=mc2. Esta expresión afirma (y su validez ha sido contrastada en infinidad de ocasiones, algunas de ellas de infausto recuerdo) que la materia y la energía son, en realidad, la misma cosa bajo distintas apariencias. Pequeñísimas cantidades de materia pueden dar lugar a enormes cantidades de energía, y todo por culpa del valor de la velocidad de la luz (la c en la ecuación anterior, que además está elevada al cuadrado). La conversión de masa en energía la vemos a diario en las centrales nucleares, donde el combustible sirve para abastecer parcialmente de energía eléctrica los hogares. En las detonaciones de explosivos nucleares tiene lugar idéntico proceso, con la salvedad de que la liberación de energía no se encuentra controlada, como sucede en los reactores nucleares. En cambio, el proceso inverso, esto es, la conversión de energía en masa, suele ser bastante más difícil de conseguir. ¿Dónde podemos presenciar esta transformación? Pues suele ocurrir con frecuencia en los grandes aceleradores de partículas, donde haces constituidos por estas últimas se hacen colisionar a enormes velocidades, produciendo la generación de otras nuevas partículas a expensas de la energía cinética que llevaban inicialmente las primeras. Os preguntaréis, entonces, dónde está la pega con nuestros protagonistas: el Parásito y Lex Luthor. Dejadme que os lo explique porque es muy sencillo.

Cualquiera que pretenda cambiar en la «boutique» de la energía, energía cinética por masa, no se va a encontrar con rebajas precisamente. Le va a costar siempre lo mismo, es decir, un precio dado irremediablemente por la ecuación de Einstein. Así, sustituyendo en el valor de E la cantidad de 20 000 joules que tenía cada bala de las que disparaba el arma de Luthor y despejando el valor de m, se tiene que este es aproximadamente 0,22 billonésimas de kilogramo (los físicos llamamos a las billonésimas de kilogramo con el simpático nombre de nanogramos). ¿Qué significa esto? Vosotros mismos podéis averiguarlo fácilmente. Significa que para que la masa del Parásito aumente en tan sólo un miserable gramo tienen que caer sobre su cuerpo nada menos que 4500 millones de balas. ¿En qué cartuchera lleva Lex Luthor semejante cantidad de proyectiles? Es más, ¿cómo soporta el peso de los mismos, si este alcanza las 180 000 toneladas? (recordad que cada bala pesaba 40 gramos).

Y para colmo, el muy chulo va y dice al cabo de un rato que sus balas están inclinando la balanza, que el Parásito ha chupado tantas que su peso es superior al que puede soportar. Amigo Luthor, esta vez te has «pasado unos cuantos pueblos».

Centrémonos en la última afirmación del «genio más brillante de todos los tiempos». Un ser vivo, un animal o una persona no puede crecer hasta un tamaño arbitrario porque entonces no podría soportar su propio peso. Pues bien, si le otorgamos al Parásito un valor más que optimista de 3 para su fuerza relativa cuando posee su tamaño normal, es decir, la fuerza que es capaz de soportar su estructura corporal es el triple de su peso, entonces Luthor podría tener razón siempre y cuando el volumen del abominable ser absorbe-energía-cinética aumentase en un factor 27 o, lo que es lo mismo, su masa se hiciese también 27 veces mayor. Asumiendo una masa de 100 kg para el Parásito cuando aún no ha ingerido supositorio de plomo alguno, necesitará meterse por el ojete nada menos que 11 700 billones de balas…

Lex Luthor tal como aparece en el número 544 de la serie ilustrada Action Comics.