El motín a bordo del acorazado ruso Potemkin y el uso que de él hizo la posterior Revolución bolchevique nos ha dejado a casi todos los profanos en historia un pastel mental que no nos deja diferenciar entre la realidad y lo que luego nos enseñó el cine de la mano del magistral y desmesurado Eisenstein. Fue el 14 de junio de 1905 cuando se inició el amotinamiento de la tripulación del Potemkin. Está más o menos aceptado, pero no confirmado a ciencia cierta, que el origen fue el hambre. Los soldados se negaron a comer un guiso de carne con gusanos. Con lo proteínicos que son.
¿Por qué derivó esto en una masacre en la ciudad de Odessa, que acabó con mil muertos y cuatro mil heridos? Pues, por nada, porque no derivó. Fueron hechos coincidentes que el cine reunió muy hábilmente. Es decir, si el Potemkin no hubiera llegado a Odessa, quizás los heridos y los muertos hubieran sido los mismos.
Después del amotinamiento en el Potemkin, que navegaba por el mar Negro, el acorazado llegó a la ciudad de Odessa, donde, vaya por Dios, había una huelga general y estaban a tiros los ciudadanos y huelguistas contra el ejército del zar. Se juntaron el hambre con las ganas de comer. Los amotinados del Potemkin, por un lado, y la huelga de Odessa, por otro.
Según el cine, el Potemkin, ya que estaba metido en faena, se unió a la lucha del pueblo contra los cosacos. Pero según los historiadores, los huelguistas pidieron ayuda a la marinería del acorazado, que lo máximo que hicieron fue disparar unos cuantos cañonazos sin mayores consecuencias contra el teatro donde estaban reunidas las autoridades militares zaristas. Después de esto, el Potemkin, cuando supo que venía por el mar Negro una flota para reducirlo, se largó de Odessa. Al parecer hubo una guerra silenciosa en el mar entre el Potemkin y la flota que fue a por él, pero no se disparó ni un tiro porque todos se consideraban camaradas marineros.
Al final, el Potemkin puso rumbo al puerto de Constanza, en Rumania, donde se rindió a las autoridades. Pero, ojo, que todo esto no quita que la película de Eisenstein sea una obra magistral. El cine es el cine.