Agustina de Aragón, que, como muy bien recoge su apellido, era catalana, se convirtió en la heroína por excelencia de la Guerra de la Independencia, en el símbolo de la resistencia contra la invasión napoleónica. Murió el 29 de mayo de 1857, ya mayorcita, con mucho vivido y lejos de la tierra que le dio fama. Así que, tenemos a Agustina, curiosamente apellidada Zaragoza, nacida en Cataluña, heroína en Aragón y muerta y enterrada en Ceuta. Qué mujer más inquieta.
La heroicidad le vino un poco de chiripa, aunque sin restar mérito a su valentía; una valentía que, por otra parte, demostraron todas las mujeres de Zaragoza en aquella guerra de 1808. Estaba Agustina, como todas, ayudando en lo que podía: con la munición, con los sacos terreros, llevando agua y comida, haciendo de enfermera… cuando allí mismo, a su lado, en el Portillo de San Agustín, los franceses se cargaron al último artillero que defendía aquella posición. Como no había nadie más para disparar el cañón, ella prendió la mecha y tumbó de golpe a un montón de franceses. A lo mejor cerró los ojos y miró para otro lado, pero el caso es que apuntó bien.
La fama le vino de golpe, fue condecorada por el general Palafox y Agustina le cogió el gustillo a la guerra. Participó en muchas batallas y se hizo tremendamente popular. Tanto, que Fernando VII la premió con el grado de subteniente de infantería. Si hubiera sido hombre seguro que la hubieran nombrado directamente teniente, sin el sub. Francisco de Goya también quedó impresionado, porque la inmortalizó en uno de sus grabados… y Lord Byron, que se acordó de ella en uno de sus escritos.
Pero a Agustina se le acabó la juerga en Ceuta con setenta y un años. Allí fue enterrada, en el cementerio de Santa Catalina, en el nicho número uno del departamento de San Cayetano, aunque sólo descansó durante veinte años. Los restos de Agustina volvieron a Zaragoza, a la iglesia de Nuestra Señora del Portillo, muy cerca de donde tumbó a los franceses. El propio Alfonso XIII fue a rendirle honores. No tengo a mano su discurso, pero le dijo algo así como, hija, cuánto vales.