Eulalia de Borbón

Eulalia de Borbón fue la hermana pequeña de Alfonso XII. Hija confirmada de Isabel II y sólo supuesta de Francisco de Asís, el rey consorte que gustaba de usar encajes en sus camisones. La infanta Eulalia salió rana a la familia real, porque era lista, respondona, feminista y divorciada. El 4 de diciembre de 1911 una imprenta de París escupía un libro firmado por la infanta Eulalia titulado Au fil de la vie (A lo largo de la vida), una obra escandalosa en la que defendía el divorcio, la independencia de la mujer y otra serie de asuntos que pusieron los pelos de punta a su sobrino Alfonso XIII, que ya reinaba por estos lares. El rey aplicó censura y prohibió la difusión del libro en España. Consecuencia inmediata: la obra llegó de contrabando y fue un éxito de ventas.

El nombre completo de la infanta era, tengan paciencia, María Eulalia Francisca de Asís Margarita Roberta Isabel Francisca de Paula Cristina María de la Piedad. Su problema, además del nombre, fue que pensaba por su cuenta, tenía ideas propias y, la muy insensata, las publicaba. Su inaceptable progresismo la convirtió en la oveja negra de la familia, porque ella rechazaba las apariencias, cuando las apariencias eran precisamente lo único que se mantenía en casa. María Eulalia de Borbón supo de la homosexualidad de su padre, el rey Francisco, y del gusto de su madre por alcobas ajenas. Y no es que lo supiera ella, es que lo sabía toda España.

La infanta Eulalia intentó evitar su matrimonio impuesto con Antonio de Orleans, un auténtico inútil salvo para dilapidar dinero y picar de burdel en taberna. En contra de su familia, consiguió divorciarse de él y se negó a hacer lo que hicieron sus padres: una separación disimulada.

El divorcio sentó fatal a Alfonso XIII y mucho peor le cayó la publicación del libro. La infanta continuó escribiendo y publicando en el extranjero sin que se le permitiera vender sus libros en España. Lo cierto es que la infanta fue consecuente hasta el final de sus días, y también lo fue Alfonso XIII, que vivió separado de su mujer, la reina Victoria, pero jamás se divorció. Su desprecio mutuo lo arrastraron hasta el mismo día de la muerte del rey en Roma, pero cristianamente casados. Olé.