Guillermo Tell

Estas son las fechas, y sigue sin estar claro si la magnífica hazaña de Guillermo Tell fue cierta. En Suiza todo el inundo la da por buena y aseguran que sucedió el 18 de noviembre de 1307. Anda que no hace años que arreó el flechazo a la manzana sobre la cabeza de su hijo. Todo pueblo necesita sus mitos y sus héroes, y Guillermo Tell es uno de ellos. En Suiza se le atribuye, además del episodio de la manzana, el haber iniciado con esta gesta la lucha por la independencia frente a Austria. Conviene aceptarlo, porque los suizos no están tan sobrados de héroes como para desinflarles una leyenda.

La hazaña de Guillermo Tell, aquella que luego puso sobre el papel Friedrich Schiller en forma de drama y Antonio Rossini en plan ópera, fue como sigue. Iba Vilhelm Tell —porque Guillermo lo llamamos aquí, pero en Suiza era Vilhelm—, iba, digo, con su hijo aquel 18 de noviembre paseando por la plaza mayor de Altdorf, una ciudad en el centro del país, cuando se negó a reverenciar a un austríaco invasor.

Austria se había anexionado Suiza y tenía fritos a los ciudadanos. El mandamás austríaco paró los pies de Guillermo Tell, de quien había oído sus habilidades con la ballesta, y para escarmentarle por su desaire exigió que demostrara su puntería atravesando una manzana colocada en la cabeza de su hijo. Si lo conseguía, le dejaría ir.

Guillermo Tell tomó dos flechas, las colocó en su ballesta y disparó una a la manzana. Hizo blanco, pero cuando el austríaco le preguntó por qué había puesto dos flechas si sólo tenía que lanzar una, Guillermo Tell no se calló y le dijo que la segunda iba destinada a él en caso de que hubiera fallado y matado a su hijo.

El austríaco se mosqueó, detuvo al arquero, el arquero se escapó, luego mató al austríaco, y aquello fue el chispazo que encendió la lucha de varios cantones suizos para independizarse de Austria. Y colorín colorado.