En el siglo XV, los ingleses tenían frita a Francia. La invadían cada dos por tres y, por supuesto, querían sentar en el trono francés a un inglés. A verlas venir estaban dos herederos franceses, uno de Borgoña y otro de Orleans, pero la guerra contra el inglés y las luchas entre ellos tenían el país sin gobierno. Y en éstas andaban, jugando a la silla para ver quién se sentaba en el trono en cuanto parara la música, cuando una jovencita muy mona llamada Juana se plantó el 8 de marzo de 1429, Día de la Mujer Trabajadora, ante Carlos, el delfín de Orleans, y le dijo: Oye, que yo hablo con Dios, y me ha dicho que tengo que salvar a Francia y hacerte rey. Por si acaso era verdad, Juana de Arco acabó al frente de las tropas.
Era la época en que Francia estaba inmersa en la Guerra de los Cien Años, que, como su propio nombre indica, duró ciento dieciséis. Juana de Arco consiguió unir a Francia en torno al futuro rey Carlos VII y echó a los ingleses de Orleans. Cuando el rey le dijo que se estuviera quieta, Juana siguió batallando por su cuenta, porque Dios le insistía en que había que hacer fosfatina a los ingleses. Como la doncella tenía mucho tirón, el ejército la siguió, pero a Juana la cogieron los de Borgoña, cabreados como estaban por haber hecho rey a su enemigo de Orleans. Los borgoñones la entregaron a los ingleses y se le hizo un juicio, primero, por hablar con Dios sin que intermediara la Iglesia y, segundo, por vestir pantalones en vez de faldas.
La declararon hereje y marimacho, pero, como Juana al final flaqueó y se arrepintió de sus pecados, le perdonaron la vida a cambio de que dejara de decir tonterías y comenzara a vestir como una señorita. Pero no lo hizo. Volvió a ponerse pantalones y a tener charlas con Dios. La condenaron a la hoguera por relapsa; o sea, por herética reincidente. Veinticinco años después de su muerte la Iglesia revisó su caso y determinó que, hombre, hereje no era y lo de la vestimenta tampoco era tan grave. Tuvieron que pasar casi quinientos años para verla canonizada y como patrona de Francia. La única santa patrona con pantalones.