Rosa Parks era una mujer negra de cuarenta y dos años que trabajaba de costurera y que el 1 de diciembre de 1955, sin planearlo, puso Estados Unidos del revés. ¿Qué ocurrió aquel 1 de diciembre? Pues que Rosa Parks se subió a su habitual autobús en Montgomery, en Alabama, y se sentó en la quinta fila, porque las cuatro primeras estaban reservadas a los blancos. El autobús se llenó, y un rostro pálido se dirigió a Rosa y le dijo que se levantara. Rosa dijo que no, que estaba en la zona para negros y ahí se quedaba. El blanco la denunció, la policía la detuvo y, en ese mismo instante, saltó la chispa que inició la lucha por los derechos civiles que acabaría con la segregación racial en Estados Unidos. La primera vez que Martin Luther King alzó la voz fue en defensa de Rosa Parks.
Cuando Rosa Parks fue detenida, un joven de nombre Martin Luther King impulsó un boicot contra la empresa de autobuses de Montgomery, y la respuesta fue asombrosa. Los ciudadanos comenzaron a usar bicicletas, a coger taxis para negros que bajaron sus tarifas, a organizarse en coches particulares… hicieron lo que fuera con tal de no coger los autobuses. Un año después la empresa quebró, porque sus clientes eran negros en un 75 por ciento hasta el momento de la detención de Rosa Parks. Dos meses más tarde, el Tribunal Supremo de Estados Unidos sentenció que la segregación racial en los autobuses violaba la Constitución. Es que antes no habían caído en la cuenta de una cosa tan tonta.
Aquello fue sólo el principio, porque se siguieron arañando derechos para los negros poco a poco, pero, sobre todo, muerto a muerto. Hasta los dejaron ir a la universidad y les permitieron entrar al cine por la misma puerta que los blancos, e incluso ver la película sentados. Los blancos, en el fondo eran tan buenos que, en 1999, a Rosa Parks le dieron la Medalla de Honor del Congreso. Pero hay más. Porque Rosa murió en 2005, a los noventa y dos años, y su capilla ardiente estuvo instalada en el Capitolio de Washington, reservado a presidentes y héroes de guerra. Ahora viene el chiste.
Rosa Parks fue enterrada en el cementerio de Detroit, y el precio de los nichos cercanos se ha triplicado porque ahora hay tortas entre los blancos para enterrarse al lado de la costurera negra que se negó a ceder su asiento a un blanco. No tienen remedio.