Las bravas aguas gallegas tienen un largo historial de naufragios, porque cuando el Atlántico se enfurruña no para en prendas. El 2 de enero de 1921 se produjo uno de esos desastres que ya casi nadie guarda en la memoria. Se hundió el buque Santa Isabel y se llevó con él la vida de 213 pasajeros y tripulantes. En la noche de aquel nefasto principio de año, el capitán Esteban García Muñiz intentaba con desesperación alcanzar el puerto de Villagarcía en mitad de un fuerte temporal. No pudo ser. A la una y media de la madrugada, en la entrada de la ría de Arosa, una roca truncó el rumbo.
En aquella última travesía, el Santa Isabel regresaba de Bilbao haciendo varias paradas en los puertos del norte para recoger a emigrantes que luego embarcarían en Cádiz camino del sueño americano. En Villagarcía debían embarcar los últimos pasajeros, pero un viento y una lluvia de mil demonios impidieron que el buque llegara a puerto. En la isla de Sálvora, a la entrada de la ría de Arosa, el barco encalló en una roca y quedó recostado de estribor. El capitán ordenó que se desalojara el barco y que los telegrafistas comunicaran la posición, pero en apenas quince minutos el barco quedó a oscuras, se desató el pánico y la radio enmudeció.
Las últimas palabras de auxilio del radiotelegrafista Ángel González Campos decían «estamos en Salvo…», y ahí se cortó la comunicación. Algunos entendieron que ese «salvo» indicaba que el barco no corría peligro, pero la realidad fue que el tripulante no pudo rematar la palabra Sálvora. Otros buques, pese a la falta de datos sobre su posición intentaron localizar al Santa Isabel, pero el temporal del suroeste impidió cualquier intento.
Las cincuenta y seis personas que pudieron salvar la vida lo hicieron alcanzando a nado la isla de Sálvora y, sobre todo, ayudadas por tres mujeres que vivían en aquella aldea y que se hicieron a la mar en una pequeña barca para remolcar los botes salvavidas. Aquellas tres gallegas salvaron a cuarenta y ocho personas. Se llamaban Josefa, Cipriana y María, y fueron las heroínas de la tragedia del Santa Isabel.