Mala Nochevieja la que pasó Lope de Vega aquel año de 1587, porque sólo un par de días antes, el 29 de diciembre, y mientras asistía a una representación teatral en el Corral de la Cruz, fue detenido y tomó camino del penal de la Villa y Corte. De allí no saldría hasta meses después, y sólo para iniciar un destierro de varios años bajo amenaza de muerte si incumplía la sentencia. ¿Qué había hecho el Fénix de los Ingenios para merecer tal condena? Pues ser un bocazas.
Lope de Vega se metía en líos de faldas cada vez que podía, y si esas faldas eran de dama no casadera sino casada, tanto mejor. El escritor le echó el ojo a Elena Osorio, una joven muy mona, hija del famoso empresario teatral Jerónimo Velázquez. En el siglo XVI, ninguna familia decente quería un escritor para su hija, pero los padres de Elena Osorio consintieron la relación con dos condiciones: que el escritor siguiera facilitando comedias que el empresario pudiera estrenar en su teatro y que Lope no se opusiera a que la niña se casara con un noble o alguien de posibles si se presentaba la ocasión.
Y la ocasión se presentó. Elena Osorio inició tratos de matrimonio con el sobrino de un cardenal, y Lope de Vega comenzó a soltar de todo por su boca en forma de soneto:
Una dama se vende a quien la quiera
en almoneda está. ¿Quieren compralla?
Su padre es quien la vende, que, aunque calla,
su madre la sirvió de pregonera.
Esta y otras lindezas poéticas comenzaron a circular por Madrid, y nadie dejó de enterarse de los amoríos de Lope con la joven, de los de la joven con el sobrino del cardenal y de los tejemanejes familiares para casar a la niña. Jerónimo Velázquez denunció a Lope de Vega por difamación, la justicia condenó al escritor y el escritor, camino del destierro, aún tuvo tiempo de buscarse nuevos líos y secuestrar a la que sería su primera esposa.
Luego vendrían más casamientos y muchos más amoríos extramatrimoniales, y hasta tuvo tiempo Lope de Vega, entre esposa y amante, de ordenarse sacerdote. Aquel trueno vestido de nazareno.