El 31 de octubre de 1926 moría en Estados Unidos el inigualable, el sorprendente, el más hábil de los escapistas: Harry Houdini. Del único sitio donde, al parecer, no ha podido escaparse es de la magnífica tumba que le custodia en el cementerio del barrio neoyorquino de Queens. Murió con sólo cincuenta y dos años, de una supuesta peritonitis; supuesta, porque nunca se demostró, y no se demostró porque no se hizo autopsia. El certificado de defunción se firmó veinte días después de haber sido enterrado. Raro, raro, raro…
Y tantas dudas hay en torno a la muerte de Houdini que no es extraño que parte de sus descendientes haya pedido la exhumación para estudiar los restos y determinar si se murió solo o le echaron una mano. Hay serias sospechas de que fue envenenado por espiritistas, porque Houdini les desmontaba su farsa cada dos por tres. Houdini fue un genio de la magia, pero él defendía que lo que hacía era eso, magia, que no había nada paranormal en el asunto.
Les tenía declarada la guerra a los espiritistas y a sus supuestas comunicaciones con los muertos, les puso pruebas que jamás pudieron superar y les tendía trampas en las que caían como pipiolos. En resumidas cuentas, que se la tenían jurada porque el espiritismo estaba en boga por aquel principio del siglo XX, reportaba mucho dinero y Houdini les tiraba el negocio abajo cada vez que podía. Le amenazaron directamente, diciéndole que estaba acosando a los espíritus inmortales y que eso traería consigo «inevitables y terribles consecuencias». ¿Fue, pues, casualidad que muriera la noche de Halloween?
La causa oficial de la muerte del mago fue una peritonitis, producto a su vez de una apendicitis provocada, supuestamente, por un puñetazo en el estómago que recibió voluntariamente durante la realización de uno de sus espectáculos. Pero como fue enterrado muy rápidamente, cualquier evidencia de un posible asesinato fue sepultada con él. Si Houdini será o no finalmente exhumado aún no se sabe, pero estaría bien que cuando abrieran la tumba, Houdini, el gran escapista, no estuviera.