Madame Pimentón

Les hablo de un personaje muy desconocido ahora, pero que dio mucho juego en el Madrid castizo de principios del siglo XX. Al parecer se llamaba Timotea Conde, pero esto es lo de menos porque todo Madrid la conocía como madame Pimentón. Era un ejemplar castizo y estrafalario, admirado por escritores de la época y recurrente en las crónicas periodísticas, que murió el 6 de febrero de 1918. ¿Su curriculum? Ex prostituta, mendiga, borracha conocida más que alcohólica anónima y con la única habilidad de cantar a los transeúntes y frente a las terrazas retazos de conocidas óperas y zarzuelas con la mano extendida. Un personaje tan pinturero, que la intelectualidad de la época celebró un banquete en su honor.

Poco o nada se sabía de madame Pimentón. Salvo eso, que cantaba ópera, seguramente mal, que era una excéntrica vestida del color del pimentón de los pies a la cabeza, que no hacía daño a nadie y que malvivía de las monedas que le daban por sus gorgoritos. En el año 1910, el cotarro periodístico y literario del momento decidió que madame Pimentón, a su manera, era un personaje de éxito, y en aquella época era habitual celebrar banquetes para testimoniar admiración, madame Pimentón era más conocida que la Chelito, y justo era que tuviera su homenaje con discurso a los postres.

Escuchen los versos que leyó el escritor José López Silva al final del banquete homenaje a madame Pimentón:

Deja que tu mano estreche,

fenómeno de mujer,

y ojalá que te aproveche

la ensalada de escabeche

que te acabas de comer.

Aquel reconocimiento era merecido, porque madame Pimentón inspiró a muchos escritores costumbristas, incluso años después de fallecer. Camilo José Cela, por ejemplo, menciona a madame Pimentón en La colmena. Los trinos de la madame se apagaron cuando cumplió los setenta y cuatro años, pero al menos tuvo donde caerse muerta. Una actriz se ocupó de arreglarle el entierro para evitar que sus huesos fueran a una tumba de caridad aquel frío febrero. Ya se acabaron los personajes pintorescos. Sólo nos quedan frikis que venden sus miserias en televisión y encima no se saben ni un párrafo de Doña Francisquita.