La cacareada maldición que pesa sobre la saga de los Kennedy añadió el 18 de julio de 1969 un nuevo capítulo, quizás el menos difundido por ser uno de los más vergonzosos. Lo escribió Ted Kennedy y fue el día en que sufrió un accidente de tráfico en el que murió su joven acompañante. Ted salió por pies del lugar huyendo del escándalo, pero el escándalo le alcanzó. La familia de la fallecida dice que ésta es la historia mejor tapada de todos los tiempos, pero que al menos sirvió para frenar las aspiraciones presidenciales del pequeño de los Kennedy.
Sucedió en la isla de Chappaquidick, en Massachussets. Ted Kennedy regresaba por la noche de una fiesta en honor de las secretarias que habían participado en la campaña presidencial de su hermano Robert. Le acompañaba en el coche una de ellas, Mary Jo. ¿Su amante? Una mala maniobra, un despiste por quitar las manos del volante… quizás el alcohol… o quién sabe si todo junto provocó que el coche acabara en el río. Ted salió del vehículo, abandonó a su acompañante, se fue a su hotel, se duchó, se cambió de ropa, llamó a su abogado y sólo al día siguiente avisó a la policía. Mary Jo llevaba horas sumergida en el río y había muerto ahogada.
Ted Kennedy vendió la publicación de sus memorias en 2007 por ocho millones de dólares. ¿Recordará Teddy, el bueno de Teddy, aquella noche de 1969? ¿Desvelará si conducía borracho? ¿Explicará por qué dejó abandonada a Mary Jo mientras él corría a cambiarse de traje? ¿Recordará por qué llamó de inmediato a su abogado, pero se le olvidó el número de emergencias? ¿Explicará por qué se fue al hotel y sólo al día siguiente, duchado y afeitado, avisó a la policía del accidente? A lo mejor, de todo esto no se acuerda y puede que sus memorias sólo sean frívolos recuerdos embriagados.
Ted Kennedy, tras aquel accidente, nunca pasó de senador y tuvo que hacer frente a una condena de dos meses de cárcel. Pero no los cumplió, porque la justicia suspendió la sentencia. ¿Un Kennedy en la cárcel? Por Dios, menudo despropósito. Eso sí, su carrera presidencial se fue al garete. Y su matrimonio, también.