El fin de María Antonieta

María Antonieta Juana Sofía de Habsburgo Lorena, conocida por los franceses como la Austríaca tuvo un mal día aquel 16 de octubre de 1793. La guillotinaron por su mala cabeza. Sus caprichos, sus lujos, su especial habilidad para mirar hacia el lado opuesto a la miseria y la frivolidad en su modo de vida provocaron que fuera una de los tres mil decapitados que dejó la época del Terror francés. Está muy bien esa leyenda que dice que el molde de un pecho de María Antonieta sirvió para fabricar la primera copa de champán, pero es injusto que anécdotas como ésta hayan reducido al personaje a la mínima expresión. Casquivana, frívola, trivial, ligona… todo es verdad, pero no es menos cierto que la reina pasó de los palacios a las mazmorras con una dignidad que ya hubieran querido los nobles que la condenaron.

María Antonieta no era tan tonta, porque si no, no hubiera sabido cómo cometer alta traición y revelar al extranjero los planes militares franceses. Y también supo cómo plantar cara a los cortesanos parisinos para acabar con una serie de etiquetas que a ella le aburrían terriblemente. Cuando encima se largó a Versalles para disfrutar de un mundo a su medida, en París no quedó sólo un pueblo descontento, sino también unos nobles cabreados. No necesitaba más enemigos porque ya los tenía todos.

Fue de mañanita cuando aquel 16 de octubre le anunciaron a María Antonieta que fuera preparándose. Le ordenaron quitarse el luto que guardaba desde la ejecución de su marido, Luis XVI, para evitar que la plebe se impresionara. Le cortaron el pelo, le ataron las manos a la espalda, la subieron a un carro y un cura al que ella ignoró le fue dando la tabarra todo el trayecto para que se arrepintiera de sus pecados. Su cabeza se clavó luego en una pica, su cuerpo fue al muladar y se acabó la Austriaca.

La reina francesa volvió a estar de moda en octubre de 2006 gracias al cine, cuando se estrenó la película de título tan rebuscado como María Antonieta. A decir de la mayoría de los críticos, la película es tan mala que el pueblo volvió a pedir la cabeza de María Antonieta porque hubiera estado feo pedir la de Sofía Coppola, su directora.