Que Felipe III es uno de los reyes más lerdos que ha tenido España está admitido por la Historia. Dadas sus pocas luces, el rey se buscó a alguien que le hiciera el trabajo y, como era torpe de natural, eligió al peor: al duque de Lerma, el tipo más corrupto del siglo XVII. Allá va una prueba más allá de la duda razonable: el 11 de enero de 1601 la corte abandonó Madrid y se trasladó a Valladolid. Lo ordenó Felipe III, sí, pero a él se lo impuso el duque de Lerma. Se trataba de una maniobra especulativa inmobiliaria sin precedentes.
Para entender por qué se trasladó la corte a Valladolid sólo hay que coger la operación Malaya y ubicarla cuatro siglos atrás. En España mandaba el duque de Lerma como en Marbella mandaba Roca. Y si los alcaldes de Marbella se dejaban llevar a cambio de estar bien comidos, Felipe III andaba en lo mismo. El duque hizo lo siguiente: antes de convencer al rey para trasladar la corte de Madrid a Valladolid, adquirió infinidad de solares y casas en la ciudad castellana, de tal forma que cuando el traslado se hizo efectivo, como Valladolid no tenía infraestructuras públicas para alojar a funcionarios y cortesanos, el duque alquiló a la corona a precio de oro todas las posesiones que previamente había comprado.
Pero el valido de Felipe III aún tenía que redondear su jugada. Al perder Madrid su capitalidad, se produjo una gran depresión económica y los precios de edificios y terrenos cayeron de forma espectacular. El duque de Lerma, aprovechando lo baratito que estaba todo y sabiendo que tarde o temprano la corte regresaría a Madrid, compró a precio de saldo fincas en los mejores barrios y en los que se adivinaba la expansión urbanística. Ejemplo: toda la zona donde ahora está el Museo del Prado. Y, efectivamente, la corte regresó a Madrid cinco años después.
Al duque se le acabó el chollo cuando se murió Felipe III y al final pudo ser procesado. Pero sólo un poco, porque para evitar su detención y ejecución más que cantadas, consiguió que el papa le nombrara cardenal. Madrid le sacó unas coplillas:
Para no morir ahorcado,
el mayor ladrón de España
se viste de colorado.