Jornada dedicada a los salvapatrias la del 13 de septiembre de 1923, el día en que Miguel Primo de Rivera arreó su famoso golpe de Estado. La guerra de Marruecos y la inestabilidad política animaron a don Miguel a dar el golpe desde su Capitanía General de Barcelona. Se hizo un silencio sepulcral en el país, nadie reaccionó y Primo ganó. El primer pasmado fue él. Luego llegó Alfonso XIII y le dijo: «Dios quiera que aciertes, te voy a dar el poder». Mira qué bien, un rey golpista.
El acuerdo al que llegaron rey y militar era que pondrían el país en orden en tres o cuatro meses, harían una limpia de políticos corruptos, solucionarían la sangría del ejército en Marruecos y luego España elegiría a sus gobernantes como Dios manda. ¿Alguien conoce a algún dictador con palabra? Pues eso. Seis años costó apearlo del poder. Como diría Groucho Marx, «éstos son mis principios, si no le gustan, tengo otros».
Primo de Rivera era un militar metido a político, a mal político. Carecía de ideología y sólo tenía un patriotismo exacerbado y un fervor enfermizo hacia la monarquía, dos cosas absolutamente contraproducentes para hacer buena política. Al principio, consiguió el apoyo de todos, pero porque a todos prometía cosas que puestas todas juntas eran incompatibles. Pactó con los catalanistas, con los españolistas, con los liberales, con los radicales, con los que querían abandonar la guerra de Marruecos, con los que querían seguir… con todos. Y luego empezó a liarla: prohibió el catalán, continuó en Marruecos, sustituyó a todos los gobernadores civiles por militares, disolvió todos los Ayuntamientos, desterró a Unamuno… Al final, acabó con todo el mundo en contra: intelectuales, políticos y militares.
Y ahora la parte buena: España vivió en aquellos locos años veinte uno de sus mejores momentos económicos durante la dictadura, ayudado, qué duda cabe, por la bonanza económica que vivía Europa. Pero el mérito no fue del Primo, fue del Calvo. De José Calvo Sotelo, el ministro de Hacienda que manejó los dineros con mucho más arte que el general el país.