La abdicación de Isabel II

Cuando Alfonsito, el único hijo varón de la reina Isabel II abandonó España camino del exilio y agarrado a las faldas de su madre, sólo era un mocoso. Cuando regresó, ya sabía limpiarse los mocos sólo y volvió como Alfonso XII, rey de España, el monarca de la Restauración borbónica. Pero antes de llegar a este punto, el 25 de junio de 1870, su madre, la reina Isabel, renunció en París a los derechos al trono en favor de su hijo. Oficialmente, abdicó «libre y espontáneamente». Extraoficialmente, a regañadientes. Alfonso XII no había cumplido los trece años.

Ya sabemos que la revolución de la Gloriosa forzó el exilio de la familia real, porque ya nadie aguantaba a Isabel II, sus líos amorosos y su manía de meter la nariz constantemente en política. Se instalaron en París, en un magnífico palacete de tres plantas que compraron a un magnate ruso. Aquélla fue la residencia de Isabel, sus cuatro hijas y su hijo Alfonso. El marido, el rey consorte Francisco de Asís, no duró allí dos telediarios, porque en cuanto se vio libre y en el exilio lo primero que hizo fue salir por pies y largarse a vivir con su novio, Antonio Meneses.

Y allí, en París, comenzó su formación en el exilio el futuro Alfonso XII, bajo la atenta mirada política de Antonio Cánovas del Castillo, que fue el que convenció a Isabel II de que abdicara en su hijo. España era partidaria de la monarquía, pero bajo ningún concepto admitía que ese monarca fuera la reina Isabel, así que hubo que preparar al futuro rey para restaurar a los Borbones en el trono. Pero Alfonsito no se preparó sólo en París, porque su formación tenía que ser católica y, como en Francia se instaló la república, los monárquicos españoles no querían que recibiera una educación laica y republicana. Menuda incongruencia. Así que de París, lo enviaron a Viena, donde además aprendió de qué iba eso de la formación militar; de Viena, a Inglaterra, donde se fijó mucho en qué era eso de la democracia; y de Inglaterra a España para demostrar todo lo que había aprendido. Entre otras muchas cosas, francés, alemán e inglés.