Congreso de Verona

El Congreso de Verona de 1822 fue una reunión donde se juntaron Francia, Rusia, Inglaterra, Prusia y Austria para que nadie les tocara las coronas. Habían conseguido deshacerse de Napoleón y ahora se trataba de asegurar el orden europeo y de proteger a las monarquías de molestos liberales y de constituciones y otras mandangas que otorgaban derechos a los ciudadanos. De aquel congreso salió un acuerdo que hizo la puñeta a España y a los españoles. Menos Inglaterra, que votó en contra, los otros cuatro países firmaron el 22 de noviembre de 1822 el Tratado de Verona o, lo que es lo mismo, el envío de los Cien Mil Hijos del santo más fecundo del mundo, San Luis. Llegaron a España para que el señor Fernando VII recuperara su poder tan absoluto como nefasto.

El Tratado de Verona hay que leerlo para creerlo, porque parece que lo redactaron los hermanos Marx. Comienza diciendo que las altas partes contratantes están convencidas de que el sistema de gobierno representativo es incompatible con el principio monárquico. Que la libertad de imprenta perjudica a los príncipes, y que la religión es la única que puede contribuir a la obediencia pasiva que los ciudadanos deben a sus reyes. Dado que en España había unas Cortes, libertad de imprenta y la obediencia pasiva a Fernando VII brillaba por su ausencia, las altas partes contratantes acordaron encargar a Francia la formación de un ejército para auxiliar al rey.

Luis XVIII, tío de Fernando VII, reunió casi cien mil hombres para echar un cable a su sobrino e invadir de nuevo España. Hacía sólo diez años que nos habíamos librado de Napoleón y otra vez los franceses encima.

Esa fue la principal ventaja de Francia para ganar. Que los españoles estaban hartos de pegarse con los galos y no levantaron un dedo en esta segunda invasión. Ahora bien, ya les vale a los liberales la oposición que ofrecieron. Porque los Cien Mil Hijos no habían terminado de cruzar los Pirineos cuando ellos ya habían hecho las maletas y estaban instalados en Sevilla. Pero es que de Sevilla huyeron a Cádiz, y porque en Cádiz se acababa España y aquí no les quedó más remedio que plantar cara, si no, los liberales acaban en Ciudad del Cabo huyendo de los Cien Mil Hijos de San Luis.