Mao Tse Tung ve la luz

Si Mao Zedong no se hubiera muerto, cada 26 de diciembre estaría soplando ciento y pico velitas para disgusto de mil millones de chinos… chino arriba chino abajo. Nació aquel día de 1893 en el pueblo de Shaoshan. Era un niño regordete que en vez de seguir la honrosa tradición agrícola de su familia se empeñó en estudiar. Y tanto estudió que se pasó de listo.

Resumir aquí el pensamiento de Mao, del gran revolucionario cultural que ejecutaba al que se salía de la fila, es imposible. Y, además, innecesario. Todo el mundo tiene alguna referencia, porque el Libro Rojo de Mao, el que recoge su doctrina, es el segundo más editado en el mundo después de la Biblia. En China, el que más, porque su lectura era obligatoria en casa, en el partido, en el ejército y en el colegio. Así cualquiera se hace un escritor de éxito.

Mao Tse Tung dejó de respirar en 1976. Pero una cosa es dejar de respirar y otra muy distinta irse de este mundo. Mao no se ha ido, sigue allí, en Beijing, antes Pekín, anclado en el mundo de los vivos, embalsamado, vigilante, dentro de una urna de cristal. Mao está más tieso que la mojama y a la vista de todos en su gigantesco mausoleo de la plaza de Tiananmen. Pero lo cierto es que Mao permanece insepulto en contra de su voluntad, porque él pidió ser incinerado. Le llevaron la contraria porque estaba muerto… si no, de qué.

Tres de cada cuatro chinos quieren que entierren a Mao, porque están hartos de tenerlo allí, como si no se hubiera muerto. Perfectamente peinado, perfectamente vestido y perfectamente serio. Pero no hay forma, porque el Partido Comunista chino lo sigue utilizando como si fuera el coco. Los que más desean que retiren a Mao de la plaza de Tiananmen son, precisamente, los de su pueblo, porque Shaoshan se ha convertido en una especie de gran parque temático en torno a la figura del Gran Timonel y lo único que les falta es la estrella invitada, el propio Mao. El día que lo consigan, Shaoshan se llevará una parte importante del pastel turístico chino. Mao volverá a su pueblo, el pueblo ganará muchos yuanes a su costa, en Pekín se librarán de la momia acartonada y todos contentos.