El príncipe don Carlos

El primer hijo de Felipe II fue un desastre de hijo, pero también Felipe II fue un desastre como padre. El príncipe don Carlos, primogénito del rey, estaba llamado a ser el heredero de la corona española, pero desde el principio se vio que eso sería imposible. El 24 de julio de 1568, con sólo veintitrés años, Carlos de Habsburgo moría de no se sabe qué durante el encarcelamiento que le impuso su propio padre. Aún no está claro si se murió de un ataque de rabia o si fue Felipe II quien le quitó la rabia de un golpe.

El príncipe Carlos vino al mundo con mal pie. Su madre, primera de las cuatro esposas de Felipe II, murió a los cuatro días del parto, y el padre estaba más atento a sus gobiernos que a su vástago. Creció sin padre, sin madre, sin abuelos, pasando de mano en mano y con tutores que eran unos peñazos. Era enfermizo, tenía chepa, una pierna más corta que otra, el pecho hundido, pocas luces… y a todo esto hay que añadir un carácter violento y mucha soberbia. ¿Era todo culpa suya? Pues quizás no, porque además de crecer desatendido, el chaval era producto de la endogamia más exagerada.

Como los monarcas europeos se organizaban esos matrimonios en los que se casaban primos con primas y tíos con sobrinas, al príncipe Carlos le tocó una mezcla totalmente insana. Ejemplo: cualquier persona tiene ocho bisabuelos y dieciséis tatarabuelos. El príncipe Carlos tenía cuatro bisabuelos y seis tatarabuelos.

Cuando llegó a la adolescencia ya era un joven insufrible: le arrancó la cabeza de un mordisco a una ardilla viva, tiró a un criado por la ventana e intentó apuñalar al duque de Alba. Este intento de agresión fue lo que colmó el vaso.

Carlos quería responsabilidades de Estado, pero Felipe II no se las daba porque hubiera acabado con el imperio español en dos patadas. Y cuando su padre le negó ir a Flandes y en su lugar mandó al duque de Alba, el príncipe se fue a por él, a por el duque. Felipe II ordenó el encarcelamiento de su hijo y tiempo después murió de forma más que extraña. Al final, el heredero fue Felipe III, menos violento pero tres veces más tonto que su hermano el príncipe Carlos.