René Robert Cavelier de La Salle es de los pocos exploradores franceses que han descubierto algo. Hombre, hubo varios, pero en comparación con ingleses, portugueses y españoles, lo que se dice descubrir, descubrieron poco, aunque el 9 de abril de 1682 se produjo uno de esos grandes hallazgos. Monsieur de La Salle navegó el río hasta el golfo de México y tomó posesión de la desembocadura del Misisipi, un delta tan formidable, que al quedarse con él se quedó con todo un Estado.
El río Misisipi, además de tener muchas eses y muchas pes, tiene mucho caudal, una exageración de caudal. Pero esto ya lo sabían los indios, porque el nombre viene de antiguo. Mici sepe significa «gran río» en lengua indígena, pero los blancos cambiaron el mici sepe por Misisipi.
El francés desembocó con el río tras navegado desde el sur del lago Michigan y se quedó pasmado cuando vio el tamaño de aquel delta. Si sería grande, que La Salle tomó posesión del territorio en nombre del rey Luis XIV y aquella vasta extensión pasó a ser el Estado de Luisiana. Ahora bien, René Robert Cavelier de La Salle ni fue el primer rostro pálido en navegar aguas del Misisipi ni tampoco el primero en ver la desembocadura.
El primer europeo que vio el río y lo cruzó fue un extremeño, Hernando de Soto, y ocurrió más de cien años antes de que apareciera el francés. Lo que pasa es que el español no hizo mucho caso del Misisipi porque a él sólo le interesaba llegar al otro lado para buscar otros territorios.
Pero incluso antes que el extremeño, otra expedición española, la de Pánfilo Narváez y Alvar Núñez Cabeza de Vaca, se dio de bruces con la desembocadura. Pasaban con sus barcos por aguas del golfo de México, cuando la violencia del agua del río y las corrientes que provocaba su caudal les enviaron a hacer gárgaras mar adentro. Parece mentira que un río que mide en su nacimiento menos de cuatro metros de ancho y cubre hasta las rodillas se anime tanto en su recorrido hasta alcanzar una anchura de kilómetro y medio. Vamos, que un miope no ve la otra orilla desde la contraria.