Cuentan que lanzó un beso al pelotón de fusilamiento antes de caer bajo las balas. Y dicen también que los doce soldados franceses que la dispararon tuvieron que ser vendados para no sucumbir a los encantos de la condenada. Pero esto es del todo falso, porque la agente H-21, vestida de negro del cuello a los tobillos, sin velos, sin perlas y sin joyas, perdía bastante. Al amanecer del 15 de octubre de 1917, Mata Hari fue fusilada.
Mata Hari significa en malayo «Ojo del Amanecer», un nombre que se inventó porque el verdadero, Margarita Gertrudis, no servía para ser bailarina exótica. Como agente secreto era H-21 porque la espía Margarita tampoco servía. ¿Y cómo se metió en aquel lío Margarita Gertrudis? Pues empujada por sus delirios de grandeza, por sus ganas de codearse con los galones y por sus pocas luces al creer que aquello de tontear con el espionaje durante la Primera Guerra Mundial era moco de pavo. Porque espiar, lo que se dice espiar, espió poco, y como, lejos de moverla el patriotismo, Mata Hari se movía sólo por dinero, además de cotillear para los alemanes, comenzó a hacerlo también para los franceses. Se convirtió en agente doble, bastante manía, pero en agente doble al fin y al cabo.
Los franceses la habían pillado ocho meses antes gracias a que supuestamente interceptaron un mensaje cifrado que la implicaba. Pero a estas alturas parece estar claro que ni una sola de las operaciones de Mata Hari hizo pupa a uno u otro bando, ni las informaciones que facilitó provocaron un estropicio en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial.
El proceso que terminó con su condena a muerte fue más que irregular, y las pruebas condenatorias hubieran dado como mucho para un par de azotes. Pero Francia necesitaba un chivo expiatorio y aquella mujer de moral disipada sirvió para el caso. Y no, no es cierto que el pelotón de fusilamiento disparara con los ojos vendados para evitar sucumbir a sus encantos. Pero sí debieron de cerrar los ojos, porque de doce disparos sólo impactaron cuatro. Uno de ellos, el que le atravesó el corazón, convirtió a Mata Hari en mito.