Rafael del Riego, sin cabeza pero con himno

Unas líneas más atrás les hablaba de la pérdida del bandolero más guapo de Madrid, y ahora le toca el turno a un colega de patíbulo que salió de la misma cárcel y terminó en las mismas y deplorables condiciones: muerto. El general Rafael del Riego, el que puso apellido al famoso pronunciamiento, no coincidió en la celda con el bandolero, porque el militar que inició el levantamiento liberal contra el absolutismo de Fernando VII fue ejecutado el 7 de noviembre de 1823, catorce años antes que Luis Candelas.

Pero ya hubiera querido Riego tener la misma muerte que el bandolero. Si lo llega a saber con tiempo, no se pronuncia y hasta se hace paje del rey. Riego perdió todo lo ganado y la España constitucional perdió mucho más, pero al menos las dos repúblicas que ha tenido el país aprovecharon el canto de Riego como himno nacional.

Del general Riego habría mucho que contar, bueno y malo, porque alguna vez patinó y como político era un poco bocazas. Pero no es menos cierto, que diría un letrado, que provocó tal cascada de acontecimientos que su lugar en la historia está más que merecido. Rafael del Riego fue asturiano, masón y un liberal un tanto exaltado. Obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, pero, como el rey era un cínico y no estaba dispuesto a dejar que los liberales corrieran a sus anchas por España, llamó a los Cien Mil Hijos de San Luis para que le echaran cien mil pares de manos. Menuda estafa… porque resultaron ser sólo 95.062.

Con la ayuda de los franceses, a Rafael del Riego le acabaron apresando en Andalucía y no tardaron en condenarle a muerte. Estuvo encerrado en la cárcel de la Corte de Madrid, recuerden, el actual Ministerio de Exteriores, y de allí salió hacia la horca en la plaza de la Cebada. Llegó arrastrado encima de un serón para mayor humillación, pero su condena iba más allá. Tenía que ser decapitado… después de ahorcado, claro, porque si no la ejecución hubiera sido harto complicada. El fiscal pretendió que la cabeza de Riego fuera enviada a Las Cabezas de San Juan, en Sevilla, porque allí inició Riego su pronunciamiento. Pero lo cierto es que en Las Cabezas de San Juan no tienen noticias de la cabeza de Riego porque el tribunal no aceptó semejante sugerencia. Allí lo recuerdan con cariño y como héroe, pero la cabeza no la tienen. De Riego, sólo queda su himno.