Calentito estaba el ambiente de preguerra en Madrid el 13 de julio de 1936 cuando un sonado atentado vino a echar más leña al fuego: el asesinato de José Calvo Sotelo, el líder más carismático de la derecha española y por ello en el punto de mira de la izquierda. Su muerte fue una represalia sin disimulo por otro asesinato cometido justo el día anterior, el del teniente republicano José Castillo, muerto a tiros por la extrema derecha mientras paseaba con su esposa por el antes castizo y ahora cosmopolita y rosado barrio de Chueca.
Aquellas dos muertes de uno y otro bando, patrocinadas por uno y otro bando, fueron, como bien definió Clara Campoamor, un episodio más de una lucha de odio entre dos grupos que resolvían sus diferencias fuera de la ley. Algunos tomaron el asesinato de Calvo Sotelo como la excusa perfecta para justificar el golpe de Estado que dio inicio a la Guerra Civil. Pero esto es más falso que un euro de madera, porque el golpe estaba en marcha desde días antes de los dos atentados.
Las del teniente Castillo y Calvo Sotelo sólo fueron dos muertes más de las que se venían produciendo en Madrid, y sobre todo la del militar republicano ni siquiera hubiese pasado a la historia de no haber sido porque soliviantó los ánimos de la izquierda y provocó a su vez la de Calvo Sotelo.
Fueron las dos muertes más famosas justo antes de que empezara la guerra, pero no las últimas, porque tras el entierro de Calvo Sotelo una manifestación que intentó adentrarse en el centro de Madrid en protesta por el asesinato del líder acabó en un enfrentamiento en el que murieron cinco personas más. España ya estaba muy lejos de toda normalidad política. Las formas se habían perdido. Y aún hoy, cuando ya han pasado más de setenta años del entierro de uno y de la muerte del otro, el teniente Castillo y Calvo Sotelo siguen guardando las distancias. Yacen enterrados en el mismo cementerio, separados por pocos metros, pero uno en la zona civil de la Almudena y el otro en la católica. Los dos bajo la misma tierra sagrada de la sinrazón.