Si hubo algo que sentó fatal a los bandoleros de la segunda mitad del siglo XIX fue la fundación del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil. Y les sentó mal porque fue aparecer los civiles y comenzar el principio del fin del bandolerismo. El 3 de abril de 1881 la Benemérita se apuntaba otro tanto con la desarticulación definitiva de la temible banda de Los Niños de Guadix, cinco reclusos que se conocieron en la cárcel y que al salir se convirtieron en azote de la provincia de Granada. Fueron los penúltimos en caer, pero dieron mucha guerra. Y además de bandoleros eran unos optimistas, porque se llamaron Los Niños de Guadix si bien la mayoría no cumplía los cuarenta.
Los bandoleros eran admirados por los viajeros británicos, que se empeñaban en escribir relatos románticos sobre sus peripecias siempre y cuando no les asaltaran a ellos, y por las clases populares, que se creían libres de sus ataques porque nada les podían robar. Pero salvo Curro Jiménez, el de la tele no, el auténtico, y Luis Candelas, que era guapo y educado, los bandoleros eran eso, delincuentes, ladrones y la mayor parte de las veces, asesinos.
Los Niños de Guadix actuaron sólo durante unos meses, y al final sólo quedaron dos: Juan Jiménez y Rafael Olivenza, los más insensatos de la banda. Y estos dos fueron los que se encerraron en una cortijada del municipio de La Peza cuando aquel 3 de abril la Guardia Civil dio con ellos. Lo que pasa es que no había forma de hacerlos salir. Durante treinta horas se estuvieron cruzando disparos, así que la Benemérita tiró por la calle de en medio. Un par de civiles se acercaron a Guadix a por dos latas de petróleo, un guardia se subió al tejado, roció el líquido y prendió fuego al cortijo.
Pero antes de provocar el incendio, el teniente y los catorce civiles midieron las consecuencias. En caso de que el Estado no se hiciera cargo de la reconstrucción del cortijo, ellos pondrían el dinero. Pero por su tricornio que de aquélla no salían vivos los bandoleros. Y no salieron. Lo que no sé es quién pagó al final el cortijo.