Hace casi ciento cuarenta años, en la madrugada del 12 de marzo de 1870, se produjo uno de los episodios más tontos de este país en la lucha por el trono. Dos duques se retaron en duelo: Enrique de Borbón, duque de Sevilla, y Antonio de Orleans, duque de Montpensier. Los dos eran cuñados de Isabel II, porque uno era hermano del marido de la reina y el otro estaba casado con la hermana de Isabel. Para más inri, los dos duques eran primos y no se soportaban.
Tras la caída de Isabel II llegó la mayor bronca entre ellos. Se insultaron en público, se acusaron de traidores y acabaron batiéndose en duelo. Enrique de Borbón murió de un disparo, pero aquel tiro también fue el suicidio político del asesino, Antonio de Orleans.
Para entender este tremendo lío familiar y político hay que irse al destronamiento de Isabel II con la revolución de 1868, conocida como la Gloriosa. Antonio de Orleans, el duque de Montpensier, era un conspirador y de hecho financió y participó en el derrocamiento de su cuñada. Con Isabel II en el exilio, se planteó si España optaba por la república o por una monarquía renovada, sin Borbones, y como aspirante al trono se colocó el duque de Montpensier. Su primo, el duque de Sevilla, dijo que por ahí no pasaba, y comenzó entre ambos un cruce de acusaciones y manifiestos en periódicos franceses, ingleses y españoles en los que se ponían a caldo.
Llegó un momento en que Antonio de Orleans retó en duelo a su primo Enrique de Borbón, que, por supuesto, aceptó. Y aceptó porque dijo: «Si yo le mato, no será rey de España y si él me mata, tampoco será rey». Y así ocurrió. El duelo fue en Madrid. Cada uno disparó dos veces, pero no se dieron. El tercer disparo de Enrique de Borbón rozó el brazo de Antonio de Orleans, y el tercer tiro de Antonio mató a Enrique. La profecía se cumplió. El duque de Sevilla fue enterrado y el de Montpensier vio sepultadas definitivamente sus aspiraciones al trono.
Del duelo se enteró toda España. Pero no se lo pierdan, todos los periódicos dijeron que Enrique se había matado accidentalmente limpiando sus pistolas.