La Guardia Civil es un cuerpo con solera y a veces, según la época, con salero. El 28 de marzo de 1844 Isabel II firmó el real decreto por el que se creaba el cuerpo, aunque esta primera ley quedó en papel mojado. No cuajó porque tenía grandes defectos, pero fue el embrión para poner a la Guardia Civil en orden dos meses después con otro decreto definitivo. Nacía el primer cuerpo de seguridad pública de ámbito nacional, y los que peor se lo tomaron fueron los bandoleros.
Porque los bandoleros fueron el principal objetivo de la Guardia Civil. Se habían adueñado de caminos, sierras y pueblos tras la Guerra de la Independencia, y en las zonas rurales los paisanos estaban desasistidos. De organizar el cuerpo se ocupó el archiconocido duque de Ahumada, un tipo listo que supo fijarse en quien ya lo había hecho antes. Tomó ejemplo de los gendarmes franceses y de los Mossos d'esquadra catalanes, y cogiendo lo mejor de uno y otro montó la Benemérita. Esto de la Benemérita se lo pusieron los propios ciudadanos, porque la Guardia Civil prestaba como nadie ayuda humanitaria.
Pero además de crear el cuerpo y adiestrar a profesionales había que cuidar su estética y sus modales. No hay que dejar de leer la Cartilla del Guardia Civil que redactó el duque de Ahumada. Es una joya de principio a fin, un manual de comportamiento cívico y humano que le sirve a cualquiera.
Es tan extenso el anecdotario de la Guardia Civil y tantas las especialidades con las que se ha ido ampliando desde que sólo apresaban bandoleros, que lo mejor es pasarse por su museo. Divertidísimo. Allí está desde el primer atestado que se hizo por una bronca en una taberna de Valencia hasta la evolución del tricornio, que no era de charol sino de fieltro. Pero como se manchaba mucho, se permitía forrarlos con hule negro. Y al final, para qué andar poniendo y quitando el forro. Los hicieron de charol y se acabó. Este gorro es tan desconcertante que sólo hay que recordar el titular de un diario de un país desinformado aquel 23-F: «Militares disfrazados de toreros asaltan el Congreso español».