A ritmo de schottischs

Reinaba por estos lares Isabel II cuando en el Palacio Real de Madrid, el 3 de noviembre de 1850, se celebró uno de los muchos saraos para gozo y disfrute de la corte. En aquella fiesta sonó por primera vez una música de pianola que ya bailaba la sociedad de casi toda Europa. En España se la llamó la polca alemana porque se supone que procedía de allí, pero en Alemania la llamaban schottischs porque era música escocesa. Fuera como fuese, aquella música se quedó en Madrid para los restos y, como eso de schottischs sonaba demasiado fino y demasiado largo, lo llamaron chotis.

Fue la zarzuela la que se encargó de popularizar el chotis, de cambiarle el nombre y de que la plebe aprendiera a bailarlo, pero conste que la tradición de este baile no va más allá de siglo y medio. Las pianolas con las que al principio se tocaba el schottischs mudaron en organillos callejeros, las danzas de palacio en verbenas y los marqueses en chulos. Ahí nació el chotis. No hay datos de cómo se apañaron los bailarines en la fiesta del Palacio Real aquel 3 de noviembre, porque era la primera vez que lo bailaron, pero sí se sabe que a los cortesanos les gustó porque ya estaban un poco hartos del vals, un baile muy cansado porque no había forma de estarse quieto.

El schottischs requería menos esfuerzo, era más galante y más ceremonioso. El señor sólo tenía que juntar los pies, agarrar a la mujer con una mano, meterse la otra en el bolsillo y, girar en redondo sobre las punteras de sus zapatos. La señora bailaba alrededor y sólo de vez en cuando, al cambio de compás, se daban tres pasitos para adelante y tres para atrás. Este baile, trasladado luego a las verbenas y a la zarzuela, se hizo más agarrao, más estirao y más exagerao. Pero ya no era el schottischs, ya era el chotis, un nombre que facilitó que los madrileños le cogieran el gusto a la che, al chato, al chulo, al churro y a todo lo chipén. Ahora bien, no intenten explicarle a un escocés cómo se baila el chotis, ni mucho menos que ellos tuvieron la culpa.