El día que el maestro Tomás Bretón estrenó la ópera en tres actos La Dolores, la auténtica protagonista de la historia llevaba muerta siete meses. El 16 de marzo de 1895 la alta alcurnia madrileña acudía al estreno en el Teatro de la Zarzuela de La Dolores, pero todos desconocían que Petra María de los Dolores Juana Benita Íñiga Peinador Narvión, natural de Calatayud y madre de seis hijos, ya había muerto a muy pocas calles del aquel teatro en la más absoluta miseria y soledad. La Dolores de Calatayud existió, pero su vida fue por un lado y el teatro la llevó por otro.
Cuenta la historia que un ciego cantaba coplas frente a un mesón de Calatayud para que le echaran unas monedas. Una moza salió del mesón y le dio una limosna generosa. El ciego, agradecido, supo que la maña se llamaba Dolores e improvisó una jota: «Si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores, que es un chica muy guapa y amiga de hacer favores». ¿En qué momento estos favores caritativos se convirtieron en carnales? Cuando un periodista catalán, José Feliú y Codina, escuchó esta copla y con la única base de la famosa estrofa de los favores, escribió una obra de teatro que protagonizó la dama de las tablas, María Guerrero.
El estreno de la obra en Madrid se produjo a sólo unas manzanas de donde vivía la Dolores, pero el teatro había diseñado una vida que nada tenía que ver con la de la desgraciada joven que había salido de Calatayud.
La auténtica Dolores, la bilbilitana que inspiró la copla del ciego, fue, primero, una rica heredera en Calatayud y, después, una mujer despreciada por su familia porque dilapidó su fortuna con un marido codicioso. Acabó muriendo sola en Madrid y enterrada en una tumba de caridad mientras los espectadores aplaudían a rabiar la interpretación que de ella hizo María Guerrero.
Luego llegó la ópera de Tomás Bretón, y más coplas y más operas y varios dramas y seis novelas y siete películas. Pero la Dolores continuó pudriéndose en el osario común del cementerio de La Almudena, ajena a una farsa en la que ella puso la vida y otros, el mito.