Banderita, tú eres roja

La bandera española es roja y gualda. Lo sabe no todo el mundo, pero sí mucha gente. Los españoles, todos. Lo de que sea gualda en vez de amarilla es tan sencillo como que el tinte que da exactamente el color de la bandera de España procede de una flor llamada así, gualda. Bien, pues tal preámbulo de Perogrullo es para significar que el día 13 de octubre de 1843 Isabel II firmó un decreto por el que quedaba instituida la rojigualda como bandera nacional.

Hasta ese día, España no tenía una bandera que aglutinara a toda la tribu, porque las enseñas las utilizaban sólo los ejércitos. Cada uno tenía la suya y cada regimiento, a su vez, la suya propia; y cada batallón de cada regimiento, otra distinta. Así que, cuando el enemigo se encontraba con las tropas españolas sólo les quedaba preguntar: «¿Y tú de quién eres?».

Ahora bien, si Isabel II plantó sus reales para que la nación tuviera una bandera unificadora, el primero que había dado una pista fue, otra vez, Carlos III. El rey montó un concurso de diseño para ver qué bandera debería enarbolar a partir de entonces la armada española. Fue sólo una cuestión de necesidad, porque resulta que los pabellones que llevaban los buques, casi siempre con fondo blanco, eran tan parecidos a los del enemigo que a veces nos disparábamos a nosotros mismos. Al rey le gustó la encarnada y amarilla. Ni roja ni gualda.

Luego, sí, luego llegó Isabel II y la declaró aquel 13 de octubre, por decreto, bandera nacional para todos los ejércitos. Desde entonces las variaciones han sido al gusto del gobernante. ¿Que viene la República? Pues tapamos la franja roja de abajo con una morada. ¿Que viene el coco? Pues le ponemos el águila de San Juan, esa que identificaba al evangelista por el alto vuelo de su pensamiento. ¿Que viene el rey? Pues quitamos la fauna y ponemos, si se tercia pero sin obligación, el escudo nacional.

Banderas hay muchas, aunque no siempre aglutinen un mismo sentimiento. Hay tantas como países, ciento noventa y ocho; más, por supuesto, las autonómicas, las provinciales, las municipales, la comunitaria; la de cuadritos blancos y negros para decirle a Fernando Alonso que ya ha llegado; la blanca para rendirse; la pirata para atacar; las que son un puntazo, como las de Japón y Bangladesh; las de diseño, como la de Groenlandia; y otras casi recién nacidas, como la de Bosnia-Herzegovina. Lo importante es que a quien bien le parezca le signifique algo.