Enrique VIII se divorcia de Ana de Cleves… y van cuatro

Qué hombre tan cansino con las bodas y los divorcios este Enrique VIII. El día 9 de julio de 1540 consiguió la anulación de su cuarto matrimonio, contraído con la sosa Ana de Cleves sólo seis meses antes. La buena noticia es que esta cuarta esposa mantuvo la cabeza sobre los hombros, quizás porque fue la que menos le interesó y a la que se unió sólo para cuajar un apaño político. Ahora bien, es a la única de sus seis mujeres a la que no le puso la mano encima. Ni para bien, ni para mal.

Enrique VIII quiso casarse con Ana de Cleves sólo porque la muchacha era hermana del líder de los protestantes alemanes, e Inglaterra necesitaba alianzas con los luteranos del norte de Europa por si los católicos del sur se iban a por él. Ana era joven, o sea, que tampoco suponía un esfuerzo sobrehumano casarse con ella, pero como Enrique no la había visto en su vida, hizo lo que se hacía en estos casos: encargar un retrato para hacerse una idea de lo que se iba a encontrar. Y, caramba, la muchacha no estaba nada mal a sus veinticinco años, con lo cual, mejor que mejor: Inglaterra sellaba un pacto con los protestantes del continente y de paso el rey se llevaba un bombón.

Pero, claro, al pintor se le fue el pincel y retocó de más a Ana de Cleves. El Photoshop de la época. Le quitó las marcas de viruela, le afinó la cara, le redujo la envergadura… y tan mona que quedó ella sobre el lienzo. Cuando Enrique VIII vio frente a frente a su futura cuarta esposa, se le cayeron los palos del sombrajo: era grandota, fea, destartalada y no hablaba ni papa de inglés.

Pero se casó, porque necesitaba sellar la alianza con los alemanes, aunque el rey avisó desde el principio que no se acostaría con ella porque el cuerpo no le iba a responder. Así que estaba cantado que entre que a Ana de Cleves no le gustaba un pelo al rey y que con ella llegó una dama de compañía muy mona llamada Catalina Howard, al matrimonio de Enrique y Ana le quedaban dos telediarios. Y así fue cómo seis meses después se divorciaron, y Ana de Cleves volvió a quedarse soltera y entera.