La jugada maestra de Wallis Simpson y Eduardo

Otra boda. Esta vez la que puso de los nervios a la familia real inglesa y los pelos de punto al gobierno y a la Iglesia anglicana. A la boda de la plebeya estadounidense y divorciada Wallis Simpson con el ex rey de Inglaterra Eduardo VIII. Se casaron en Francia el día 3 de junio de 1937. Afortunadamente, la historia ya ha tirado por tierra la versión que defendía tan empalagosa historia de amor, porque esta pareja dejó mucho que desear.

En realidad, Eduardo hubiera sido un pésimo rey de Inglaterra de haber continuado en el trono; o sea, que con su empeño de casarse con Wallis Simpson le hizo un favor al país. Llevaba menos de un año reinando cuando anunció: «Me es imposible seguir soportando esta inmensa carga de responsabilidad y mi tarea como rey sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo».

Oído así, enternece, pero lo que hizo Eduardo VIII fue salir por la puerta de atrás para poder mantener una vida de francachelas. La Iglesia anglicana acabó espeluznada con la decisión, pero lo que no iba a permitir era que su cabeza visible, el rey, se casara con una divorciada. Para ellos era como para los católicos aceptar que Benedicto XVI se eche novia. De eso nada.

Tras la abdicación, la pareja se instaló en Austria a la espera de que llegara el segundo divorcio de Wallis Simpson y, cuando la novia fue civilmente libre, se casaron en un castillo francés propiedad de un nazi. Aún se conserva el último pedazo de la tarta de bodas, que la pareja, dicho sea entre comillas, ordenó embalsamar como dulce testimonio de su imperecedero amor.

Lo que son las cosas: el pedazo de tarta acabó en manos de Al Fayed, quien acabó subastándolo en 1998 y por el que algún excéntrico pagó veintinueve mil dólares. A partir de este matrimonio, las únicas preocupaciones de Eduardo y Wallis fueron a qué hora tenían partida de golf y cuál era la del masaje. Con la renuncia al trono, el rey se quedó sólo como duque de Windsor; es decir, con excelente nómina y nula responsabilidad. Fue un matrimonio muy ventajoso.