María Cristina de Borbón, la amante doliente

¿Cómo puede pretender una reina regente casarse en secreto y que nadie se entere? Pues eso pretendió María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, cuando el 28 de diciembre de 1833 se casó con su guardaespaldas. Hacía sólo tres meses que había enviudado y le entraron unas prisas tremendas por tener nuevo marido. Las Cortes españolas y España entera pensaron que la reina les estaba gastando una inocentada. Pero no, se casó de verdad.

Aquel secreto duró apenas unos días, aunque la reina estuvo diez años silbando el pío, pío que yo no he sido. Su secreto lo conocía todo el mundo, pero la hipocresía política y la ignorancia popular permitieron a María Cristina aprovecharse de su situación y seguir manteniendo un trono al que debería haber renunciado. El marido se llamaba Fernando Muñoz, un guardia de corps, alto y guapetón, al que los españoles bautizaron con guasa como Fernando VIII.

La boda no fue lo que más escandalizó; lo peor fue que la reina estuvo más tiempo embarazada que rigiendo el país. La pareja tuvo ocho hijos, cinco de ellos paridos también en secreto en El Pardo y en el Palacio de Oriente. Dio igual. La reina continuó negando su matrimonio y sus embarazos, pese a que tuvo que levantarse de un Consejo de Ministros porque se puso de parto.

Al final, en el pecado llevó la penitencia. Entre la desfachatez de su actuación personal, entre los manejos económicos que me llevaba la pareja y las corruptelas en las que se vieron metidos la reina y su marido, lo único que consiguió María Cristina fue ser expulsada de España por dos veces. Renunció a la regencia obligada por Espartero, quien la amenazó con desvelar su boda y los hijos paridos si no entregaba el poder. Para partirse… como si no lo supiera nadie.

Al final la reina claudicó y se fue al exilio con su marido y su prole, pero Espartero hizo igualmente público el asunto. De entonces es aquella famosa frase de María Cristina a Espartero: «Te hice duque, pero no logré hacerte caballero». Bueno, tampoco ella era una dama.