Al Séptimo de Caballería y al general Custer les ha dado fama y gloria el cine, porque la realidad de aquel regimiento creado a mediados del XIX para combatir a las tribus indias era bien distinta. El 27 de noviembre de 1868 el general Custer lanzó a sus hombres contra un campamento de cheyenes instalado a orillas del río Washita. El Séptimo de Caballería se ganó su primera gloria atacando un campamento repleto de ancianos, mujeres y niños. Caballo Loco juró venganza contra «Cabellos Largos». O sea, contra Custer.
El general Custer y sus supuestos valientes del Séptimo de Caballería llevaban dos años, justo desde que se creó este regimiento, buscando indios para ganarse un triunfo que llevarse a la boca y sacar pecho ante el alto mando estadounidense. Pero entre que Custer era bastante manta como general y que los soldados del Séptimo desertaban más que en ningún otro regimiento del ejército regular, la efectividad brillaba por su ausencia.
Cuando el general recibió el soplo de que a orillas del Washita había un enorme campamento de cheyenes, no se anduvo con miramientos. Ni reconoció el terreno ni calculó cuántos inocentes caerían en la refriega. Mandó que la banda de música tocara la famosa canción irlandesa que identifica al Séptimo de Caballería, Garry Owen, y lanzó el ataque con orden de disparar a todo lo que se moviera. Murieron doscientos, la inmensa mayoría, madres con niños y ancianos de la tribu.
Aquella masacre no fue aplaudida en el ejército, pero mucho peor cayó entre el resto de tribus. Varios jefes indios se unieron a la caza del general Custer en los siguientes años y, al final, se llevó el gato al agua Caballo Loco, que lo más suave que le hizo a Custer Cabellos Largos fue arrancarle el cuero cabelludo en la famosa batalla de Little Bighorn.
Esta vez Custer no se enfrentó a mujeres y niños indios, sino a cuatro mil guerreros muy cabreados. Y eso que le avisaron. Cuidado Custer, ¿tantos años en la pradera y no conoces a Caballo Loco?