A los soldados enviados por la ONU a regiones en conflicto los llamamos cascos azules, pero éste es el nombre fácil, porque en realidad se llaman, por resumir mucho, División Militar del Departamento de Operaciones de Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz, término que no utiliza nadie porque los telediarios se harían eternos. Fue el 5 de noviembre de 1956 cuando la ONU encargó a un general canadiense que se pusiera a reclutar soldados, los uniformara, les pusiera un casco azul y los enviara a Oriente Próximo a poner orden. Israel, Inglaterra, Francia y Egipto andaban a tortas por el control del Canal de Suez.
Meses antes, al presidente egipcio Nasser no se le ocurrió mejor cosa que nacionalizar el Canal de Suez, y a Gran Bretaña y Francia, las propietarias, les dio un pasmo. Y otro pasmo más gordo le dio a Israel, porque Egipto dijo que por su canal no pasaría ningún barco israelí, que rodearan África si querían llegar al Indico. La guerra se instaló en Oriente Próximo y el asunto llegó a la ONU, que aquel 5 de noviembre inició el reclutamiento de los seis mil soldados de la FENU 1, siglas de la primera Fuerza de Emergencia de Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz.
En cuanto los soldados aparecieron por la península del Sinaí, la sabiduría popular los llamó cascos azules, y hasta hoy. Curiosamente, y por llevar la contraria, en el único sitio donde no llaman cascos azules a los cascos azules es en la ONU. Allí siguen empeñados en utilizar siglas para las misiones de sus soldados, y encima les ponen un nombre distinto según la misión: Lo de FENU quedó para Oriente Medio, pero luego llegaron la UNOSOM de Somalia, la MONUA de Angola, la MINUGUA de Guatemala, la UNIPOM de Pakistán o la APRONUC de Camboya… y así hasta cuarenta y siete misiones a cual más larga de nombrar. Cualquier cosa con tal de no decir «oye, que os enviamos a los cascos azules».