La Noche Triste

La que tenían montada la noche del 30 de junio de 1520 las tropas de Hernán Cortés y los súbditos de Moctezuma. Luchaban a brazo partido en las afueras de Tenochtitlán. Los españoles y sus aliados intentando huir, y los aztecas empeñados en matarlos a todos para que no volvieran. Fue la famosa Noche Triste, la que comenzó el 30 de junio y no terminó hasta la madrugada del 1 de julio. Pasado lo peor, en el camino de Tacuba, Hernán Cortés se recostó en un árbol y lloró como un crío.

Las cosas estaban más o menos calmadas con los aztecas, siempre teniendo en cuenta que los españoles habían invadido el imperio y que tenían prisionero a Moctezuma. Pero bueno, ahí estaban. Calma tensa, que se dice. A Hernán Cortés, sin embargo, se le abrió un frente inesperado y tuvo que ausentarse un par de meses de Tenochtitlán. Resulta que el conquistador extremeño, cuando desembarcó en México, llevaba orden de explorar, sólo de explorar nuevas tierras, no de conquistar. Como él llegó y conquistó, su jefe, Diego de Velázquez, envió tropas desde Cuba para darle un escarmiento. Cortés salió al encuentro de sus camaradas españoles y dejó a un manazas a cargo de Tenochtitlán hasta su vuelta, a Pedro de Alvarado.

Qué liaría este hombre, que durante la ausencia de Cortés cabreó a los aztecas más de lo que estaban, ejecutó a varios, provocó que en la refriega muriera Moctezuma y que al final la cosa se liara de mala manera. Cuando Cortés regresó, se encontró Tenochtitlán boca abajo, y dijo mejor nos vamos sin que se enteren, y ya volveremos en mejor ocasión. Pero en los planes aztecas estaba que los españoles y sus aliados no regresaran nunca. Les montaron una emboscada durante su disimulada retirada, y allí fue masacrado el 80 por ciento de la expedición de Cortés, cuatrocientos españoles, además de cinco mil indios aliados y casi todos los caballos.

La Noche Triste de los españoles fue la más feliz de los aztecas. Por eso un árbol engullido ahora por la mastodóntica Ciudad de México recuerda hoy el lugar donde Cortés lloró la masacre. Aunque luego se secó las lágrimas y volvió a por ellos.