Unamuno versus Millán Astray

Lo siguiente va de frases para la posteridad, porque el 12 de octubre de 1936 se cruzaron unas cuantas el rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, y el general franquista José Millán Astray, el fundador de la Legión. El incidente que protagonizaron los dos hombres hizo que, en aquel mismo momento, Unamuno se arrepintiera en lo más hondo de haber apoyado a Franco y contribuido al golpe de Estado con cinco mil pesetas.

Se celebraba el Día de la Raza, y hasta la Universidad de Salamanca llegó Millán Astray rodeado de legionarios, el obispo de la ciudad y la mujer de Franco. Presidía el acto el rector Miguel de Unamuno. Todo discurrió dentro de lo previsible, hasta que a Millán Astray se le fue la olla. Dijo que País Vasco y Cataluña eran la anti España, cánceres en el cuerpo de la nación. Que sus valientes moros habían llegado para combatir a los malos españoles y a dar la vida por la sagrada religión de España. Para rematar la faena, sonó en el salón de actos el famoso grito de Millán Astray, «¡Viva la muerte!», que el general consumó vociferando tres veces «¡España!», para que la concurrencia contestara «¡Una!», «¡Grande!» y «¡Libre!».

El aire se cortaba cuando Unamuno tomó la palabra. «El obispo es catalán —dijo—, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española que no sabéis». Millán Astray volvió a gritar: «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!», esta vez jaleado por José María Pemán, que vociferó «¡Mueran los falsos intelectuales!». Todo el mundo quería que muriera alguien o algo. Pero Unamuno volvió a replicar: «Venceréis, pero no convenceréis».

A esas alturas, el obispo ya no sabía dónde meterse; la mujer de Franco, agarrada al brazo de Unamuno, tiraba de él para sacarle de allí, y cientos de brazos fascistas se alzaban en aquel templo de la inteligencia. Unamuno quedó en arresto domiciliario al día siguiente. El último día de aquel año de 1936 el escritor vasco moría al amor del brasero y no vio cumplirse su profecía. Vencieron, pero no convencieron.