En una fecha como la del 7 de junio de 1494 está la explicación de por qué en Brasil hablan portugués y en el resto de Iberoamérica, español. Porque ese día se firmó el famoso Tratado de Tordesillas, ratificado tiempo después por los Reyes Católicos y Juan II de Portugal. Puesto sobre el papel es un documento muy serio, pero el resumen es que los enviados de los Reyes cogieron un mapa y dijeron, de aquí para allá os lo quedáis vosotros y de aquí para acá, nosotros.
El principio de todo está en el propio descubrimiento de América. Cuando un país conquistaba nuevas tierras tenía que contar con el beneplácito del papa de turno, puesto que todo el universo estaba escriturado a nombre de Dios. Roma tenía que dar el visto bueno para que tal o cual país se quedara con las tierras, siempre a cambio de que ese país se comprometiera a evangelizarlo.
Cuando Portugal conquistó zonas de África, tuvo la aprobación de tres papas distintos. Pero como España, hasta que llegó Colón, no había descubierto prácticamente nada, no tenía ninguna bula papal que lo respaldara. Así que los Reyes Católicos se apresuraron a que Alejandro VI, el papa Borgia, aprovechando que era valenciano, les diera pleno dominio católico sobre las tierras americanas. No fuera a ser que los portugueses sacaran del cajón las antiguas bulas y dijeran que se quedaban con América entera porque ellos evangelizaban con más gracia que los españoles.
Fue entonces cuando Alejandro VI trazó la famosa línea alejandrina, por la que todas las tierras descubiertas y por descubrir hacia el Occidente, contando determinadas leguas a partir de las islas Azores, se las quedaba España. Los portugueses se mosquearon, porque eso les impedía conquistar nada en América. Al final, los Reyes Católicos aceptaron revisar la línea alejandrina para no entrar en guerra con Portugal, y fue entonces cuando en vez de tomar como referencia las Azores, se firmó en Tordesillas que la referencia fueran las islas de Cabo Verde. Al modificar la línea, un pico de América, el futuro Brasil, entró en la parte de la raya que le tocaba a Portugal. Por eso cuando lo descubrieron, se lo quedaron.