El regreso de La Pinta

Tres carabelas partieron de España en busca de las Indias, pero sólo regresaron dos de aquel primer viaje. El 1 de marzo de 1493 La Pinta llegaba al puerto de Bayona, en Pontevedra, comandada por Martín Alonso Pinzón, muy contento porque había conseguido tocar tierra antes que Colón, que iba en La Niña y que atracó días más tarde en Lisboa. Como Pinzón y Colón ya habían tenido más de una bronca en América, venían de morros. De hecho, Martín Alonso intentó comunicar a los Reyes Católicos el descubrimiento, pero como eran muy protocolarios, no le dejaron. El único que podía dar parte era el almirante.

La Pinta llegó a Galicia con sus bodegas hasta los topes. Y por supuesto con oro. Pero, además, por primera vez vimos el maíz, aunque no le hicimos mucho caso, porque se comenzó a cultivar sólo para dárselo al ganado. La Pinta traía también maní, cacahuetes, que tampoco nos debió de gustar mucho por aquel entonces, porque sólo se les echaba a los cerdos. Llegaron además la guindilla, la batata y la planta del algodón, aunque era muy parecida a la que ya habían introducido los árabes en España siglos antes. Y animales, también trajeron animales exóticos, pero pocos porque se mareaban. De los pocos que trajo La Pinta sólo se salvaron de la travesía unos cuantos papagayos.

Pero La Pinta trajo otra cosa sin saber que la traía: la sífilis, consecuencia del despiporre que los marineros tuvieron con las indígenas. Toda Europa echó la culpa a los españoles por haber introducido la sífilis, y Martín Alonso Pinzón, el capitán de La Pinta, pasó a la historia como la primera víctima mortal y oficial de la enfermedad. Murió sólo días después de su regreso a España, en el monasterio de la Rábida, en Palos (Huelva), su tierra. Colón seguía tan enfadado con él que ni siquiera fue a verle. Pinzón no tuvo tiempo de contar su versión del descubrimiento. Por ligón.