Carta 32 La señora Johnson a lady Susan

Calle Edward

Querida criatura:

Estoy desesperada y no sé qué hacer, ni que puedes hacer tú. El señor De Courcy llegó justo cuando no debía. La señora Manwaring acababa de entrar en ese instante en la casa y se abrió paso hasta el señor Johnson, aunque no supe nada de ello hasta más tarde, puesto que yo estaba fuera cuando ella y Reginald vinieron. En caso contrario, le habría despachado a él. Ella estaba encerrada con el señor Johnson, mientras él me esperaba en el estudio. Ella llegó ayer, después de su marido, aunque eso tal vez ya lo sepas por él.

Llegó a esta casa para rogarle a mi marido que interviniera y, antes de que yo tuviera noticia alguna, todo lo que pudieras haber deseado que no supiera, lo supo y desgraciadamente ella había conseguido sonsacarle al criado de Manwaring que te había visitado cada día desde que tú llegaste a la ciudad y que ella misma le había visto delante de tu puerta. ¿Qué podía hacer? ¡Los hechos son una cosa tan espantosa! A estas alturas, el señor De Courcy se ha enterado de todo y está a solas con el señor Johnson. No me acuses a mí; era imposible evitarlo. El señor Johnson sospechaba, desde hacía algún tiempo, que De Courcy tenía la intención de casarse contigo y ha querido hablar con él en privado en cuanto ha sabido que se encontraba en la casa.

Esa detestable señora Manwaring, que para tu consuelo debes saber que está más flaca y más fea que nunca, sigue aquí y se han encerrado los tres juntos. ¿Qué se puede hacer? En cualquier caso, él atormentará a su esposa más que antes. Con ansiedad, me despido.

Cordialmente,

Alicia