Carta 31 Lady Susan a la señora Johnson

Calle Seymour

Querida amiga:

Reginald, esa criatura de mis tormentos, está aquí. Mi carta, que pretendía mantenerle más tiempo en el campo, ha hecho que se apresurara a venir a la ciudad. Por mucho que deseara que estuviera lejos, no puedo evitar sentir un gran placer por una demostración de afecto así. Se ha entregado a mí, en cuerpo y alma. Te entregará esta nota él mismo y debe servir de presentación, ya que desea conocerte. Permite que pase la tarde contigo, para que no haya peligro de que vuelva conmigo. Le he dicho que no me encuentro del todo bien y que quiero estar sola. Si vuelve a visitarme, podría dar lugar a confusiones. No se puede confiar en los criados. Haz que permanezca, te lo ruego, en la calle Edward. Verás que no es una compañía pesada y te permito que coquetees con él cuanto quieras. Al mismo tiempo, no olvides cuál es mi interés real. Di todo lo que puedas para convencerle de que me hará muy desgraciada si se queda aquí. Ya conoces mis argumentos: no es lo adecuado, etcétera. Trataría de convencerlo yo misma, pero estoy impaciente por librarme de él, puesto que Manwaring llegará dentro de media hora.

Me despido.

S. V.