Churchill
Esta carta, querida madre, te la entregará Reginald. Su larga visita está a punto de concluir por fin, pero me temo que la separación tiene lugar demasiado tarde para hacernos ya ningún bien. Ella se va a Londres a visitar a su amiga, la señora Johnson. Al principio, era su intención que Frederica la acompañara para ser confiada a nuevos profesores, pero conseguimos que desistiera de esa decisión. Frederica estaba desolada con la idea de partir y yo no podía soportar dejarla a merced de su madre. Ni todos los profesores de Londres podrían compensar la alteración de su serenidad. Habría sufrido por su salud y por todo, excepto por sus principios. En eso, no creo que la pueda lastimar su madre o todos los amigos de su madre. Sin embargo, con esos amigos (una mala colección, sin duda), se habría visto obligada a relacionarse o bien habría sido relegada a la soledad más total y no sé decir qué hubiera sido peor para ella. Si estuviera con su madre, además, estaría, ¡ay de mí!, seguramente con Reginald y eso sería lo más perverso de todo.
Aquí recobraremos la calma con el tiempo. Nuestras ocupaciones habituales, nuestros libros y conversaciones, junto con el ejercicio, los niños y todos los placeres domésticos que estén en mi mano procurarle, harán, confío, que supere progresivamente este enamoramiento juvenil. No me cabría la menor duda de ello, si no fuera porque la ofensa la ha causado su propia madre.
Cuánto tiempo estará lady Susan en la ciudad o si volverá a Churchill es algo que ignoro. No debería ofrecerle una invitación cordial, pero si decide venir, no será la falta de cordialidad por mi parte la que le impida hacerlo.
No pude evitar preguntarle a Reginald si tenía la intención de estar en la ciudad durante este invierno, en cuanto supe que los pasos de lady Susan se encaminaban en esa dirección. Aunque respondió con determinación, había algo en su mirada y en su voz que contradecía sus palabras. Me dejo de lamentos. Considero el acto inevitablemente decidido y me resigno a él con desesperación. Si acude pronto a Londres, entonces es que todo es ya inevitable.
Cordialmente.
Catherine Vernon