Señor:
Espero que me disculpe esta libertad que me tomo. Me veo obligada a ello por el mayor de los desasosiegos. Si no fuera así, me avergonzaría por importunarle de esta manera. Soy muy desgraciada a causa del señor Sir James Martin y no encuentro otra manera para remediarlo que escribiéndole a usted, ya que me han prohibido hablar con mi tío y mi tía del asunto. Me temo que recurrir a usted será seguramente un error, como si sólo atendiera a la letra y no al espíritu de las órdenes de mamá. Pero si usted no se pone de mi lado y la convence de que cambie de actitud, no me sentiré aliviada, ya que no soporto a ese hombre. Ningún ser humano aparte de usted tiene oportunidad alguna de influir en ella. Si tuviera la infinita bondad de defenderme ante ella y de persuadirle de que obligue a Sir James a irse, le estaré más agradecida de lo que me es posible expresar. Desde un principio, ha sido una persona que me desagrada, no se trata de algo repentino, se lo aseguro. Siempre le he considerado tonto, impertinente y nada agradable, y ahora aún ha ido a peor. No sé cómo pedirle disculpas por esta carta. Sé que es tomarse una libertad muy grande y sé lo terriblemente furiosa que se pondría mamá al saberlo, pero debo correr ese riesgo.
Su humilde servidora,
F. S. V.