Apéndice B
En el año 2009, un grupo de trabajo del gobierno de los Estados Unidos encargado de realizar las revisiones periódicas destinadas al control del cáncer de mama, aconsejó a la mayoría de las mujeres de más de cuarenta años que no realizaran la mamografía anual que venían haciéndose hasta entonces. La reacción del público fue inmediata —y cabe decir igualmente que, en buena medida, la actitud general fue de indignación—. Lo que a continuación exponemos es una versión simple del cálculo bayesiano que se hallaba en la base misma de toda esta controversia.
Imaginemos que una mujer de cuarenta años que carece de síntomas de cáncer de mama y no tiene en su historial familiar ningún caso de dicha dolencia pasa una revisión rutinaria consistente en la realización de una mamografía, y que una semana después recibe una carta en la que se le informa de que a raíz de la prueba se ha detectado una anomalía y es preciso proceder a un nuevo examen. ¿Cuál es en tal caso la probabilidad de que padezca efectivamente un cáncer de mama?
La verdad es que dicha probabilidad es muy baja.
Son muchos los estudiantes de primer año de estadística —y muchos también los médicos— que encuentran sorprendente este extremo, dado que las pruebas diagnósticas son razonablemente precisas. Gracias a esos cribados clínicos se logra identificar aproximadamente al ochenta por ciento de las mujeres de cuarenta años o más que padecen cáncer de mama en el momento mismo en que se las somete a examen, y el porcentaje de errores, o, lo que es lo mismo, el número de resultados positivos —es decir, de presencia de la enfermedad— de las pruebas no suele superar aproximadamente la cifra del diez por ciento, de modo que sólo se advertirá a esa cantidad de mujeres de la presencia de un mal que en realidad no padecen.
Con todo, el cáncer de mama revela ser una dolencia relativamente rara. Y además la regla de Bayes tiene en cuenta las tasas de incidencia anteriormente registradas de la enfermedad y las incorpora como a priori a su bagaje de conocimientos previos. En consecuencia, la regla de Bayes resalta el hecho de que no todo el mundo que obtiene un resultado positivo en la prueba diagnóstica de una determinada patología padece de hecho esa dolencia. Y también subraya la circunstancia de que la probabilidad de padecer un cáncer de mama es más elevada en una mujer que se detecte por palpación un bulto en el pecho que en otra a la que se haya realizado una mamografía positiva como parte de una revisión rutinaria.
Será mejor que pongamos un ejemplo:
De acuerdo con esta fórmula, tres son los datos que necesitamos, y los tres habrán de colocarse en la parte derecha de la ecuación:
Al incorporar estas cifras a la fórmula obtenemos el siguiente resultado:
Una vez realizados los cálculos, el resultado es 0,03, es decir, el tres por ciento. Por consiguiente, la probabilidad de que una mujer que reciba un resultado positivo en su mamografía padezca realmente un cáncer de mama se reduce al tres por ciento. O dicho de otro modo: tiene un noventa y siete por ciento de posibilidades de no sufrir la patología.
Ninguno de estos datos es estático. A medida que la investigación vaya permitiendo obtener nuevas informaciones será preciso volver a calcular los datos de la regla de Bayes.
Desde el punto de vista de la metodología bayesiana, la utilización universal de las pruebas diagnósticas en la detección de una enfermedad que únicamente afecta al 0,4 por ciento de la población puede provocar una innecesaria preocupación en un gran número de mujeres sanas, obligándolas además a seguir un tratamiento adicional que a su vez puede derivar en el surgimiento de algunos problemas médicos. Por si fuera poco, el dinero gastado en una revisión de carácter universal podría emplearse potencialmente en otros proyectos de interés. De este modo, el teorema de Bayes destaca la importancia de mejorar las técnicas de detección del cáncer de mama, reduciendo así el número de falsos positivos. Otro de los hechos que señala es que también en sentido inverso resulta necesario realizar mejores mamografías, puesto que los resultados negativos también fallan en ocasiones, revelándose incapaces de detectar uno de cada cinco cánceres reales.
La ecuación general que permite aplicar la regla de Bayes a otros problemas es la siguiente:
siendo A una hipótesis y B los datos correspondientes a la misma.